EL TESTIMONIO MÁS QUE UN ESQUEMA BIOGRÁFICO Parley P. Pratt
Élder PARLEY P. PRATT
*Leon'R. Harlshorn) recopilador, Anécdotas Excepcionales de la Vida
de Nuestros
Apostates. Salt Lake City; Deseret Book Co„ 1973.
Parley P. Pratt
Nombrado miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles en 1935, Pratt fue parte de la exitosa
misión SUD en Gran Bretaña entre 1839 y 1841.Ha sido
llamado "el Apóstol Pablo del Mormonismo" por defender doctrinas
mormonas muy particulares. Practicó la poligamia y fue asesinado en 1857 por el ex marido de
su duodécima esposa. Participó en la exploración, el reconocimiento, la
construcción y el mantenimiento de la primera carretera trazada para el
transporte público en cañón Parley en Salt
Lake City, nombrado así en su honor.
Esquema biográfico
El Elder Pratt
nació el 12 de abril de 1807, en Burlington, New York, en el hogar de Jared y
Chanty Pratt.
En 1830 dejó su
hogar en Ohio, y viajó hacia el este, donde, en la casa de un diácono bautista
tuvo su primer contacto con el Libro de Mormón. Después de leer el libro viajó
a Palmyra, New York, para ver al Profeta, pero éste se encontraba en Pennsylvania.
Habló entonces con su hermano Hyrum.
El 1º de septiembre
de 1830, Parley P. Pratt fue bautizado por Oliverio Cowdery en el Lago Séneca. Ese
mismo día fue ordenado Elder, durante una reunión celebrada por la tarde.
En 1830 Parley P.
Pratt fue llamado por el Señor junto con Oliverio Cowdery, Peter Whitmer, Jr. Y
Ziba Peterson, para ser los primeros misioneros que fueran a predicar el evangelio
hacia el oeste de New York.
Él y sus compañeros
viajaron 2.100 kilómetros hacia el oeste, predicando por el camino. AI llegar a
Independence, Misuri, comenzaron una misión entre los indios. Visitaron las
tribus de Shawnees y Delawares, a quienes les enseñaron acerca del Libro de
Mormón.
El Elder Pratt se
encontró entre los primeros apóstoles elegidos en esta dispensación; fue ordenado
el 21 de febrero de 1835, en Kirtland, Ohio, cuando tenía solamente veintisiete
años de edad.
Trabajó como
misionero en Canadá en 1836, donde bautizó a John Taylor y muchos otros.
El Elder Pratt
comenzó la publicación de la revista "Millenniaí Star" en Inglaterra,
en el año 1840.
En 1847 se trasladó
a Salt Lake City, donde tomó parte activa en la formación de la constitución
del Gobierno Provisional de Deseret, y fue elegido miembro del Senado en la
Asamblea General; más tarde, cuando Utah se convirtió en territorio de los Estados
Unidos, fue elegido para integrar el Consejo Legislativo.
En 1851 llegó a
ser el primer misionero de la Iglesia que predicara el evangelio en América del
Sur. El Elder Pratt. Fue escritor y poeta brillante. Muchos de sus libros se
utilizan aún en la Iglesia. Falleció el 13 de mayo de 1857, en Van Burén, Arkansas.
"Caminé por un momento, luego me senté para leer
. . ."
"Supongo que
hay algunos en esta congregación que . . . no han escuchado mi testimonio. He
conocido y he estado relacionado con esta Iglesia desde el primer año de su organización,
en el oeste de New York. Fue organizada el 6 de abril de 1830 y yo fui bautizado
alrededor del 1º de septiembre del mismo año.
Cuando me convertí
a esta Iglesia, la totalidad de sus miembros en todo el mundo cabían en un
pequeño cuarto sin estar muy apretujados, porque en esa época no creo que
fuéramos más de cincuenta.
Lo primero que atrajo
mi atención a esta obra fue el Libro de Mormón; casi por casualidad tropecé con
una copia del mismo. Un hombre que no tenía nada que ver con el libro y que
tampoco se caracterizaba por creer en él, consiguió una copia; me hizo mención de
la misma y me permitió el privilegio de ir a su casa a leerla. Esto sucedió en
un lugar que se encuentra más o menos a un día de viaje de la residencia de
José Smith el Profeta y de su padre, mientras yo regresaba al trabajo de mi
ministerio, ya que me encontraba viajando y predicando para un grupo de gente a
veces llamados Campbelitas o Bautistas Reformados.
Yo había
investigado diligentemente las escrituras y orado a Dios para que abriera mi
mente y pudiera entenderlas, y El derramó su Espíritu y entendimiento en mi
corazón. De esa forma, comprendí claramente las escrituras, el evangelio en sí,
su forma y primeros principios tal como están escritos en la Biblia, Estas verdades
fueron abiertas a mi mente pero sabía que me faltaba poder, los dones y la
autoridad del evangelio, y en verdad esperaba que pudieran ser restaurados ya
que sabía que las profecías nunca podrían ser cumplidas hasta que tal poder y
autoridad fueran restituidos . . . Yo esperaba todas estas cosas y el Espíritu
parecía decirme que las vería en el término de mi vida mortal.
Encontrándome bajo
estas circunstancias, estaba viajando para impartir la luz que tenía y mientras
lo hacía encontré, tal como lo dijera antes, el Libro de Mormón. Lo leí cuidadosa
y diligentemente . . . Mientras leía me convencía de que era verdadero, y el
Espíritu del Señor descansó sobre mí e iluminó mi mente, convenció mi juicio y
aseguró la verdad sobre mi entendimiento, pudiendo así saber que el libro era
verdadero del mismo modo que un hombre
Puede distinguir
la luz del día, de la noche, o cualquier otra cosa que pueda ser implantada en
su entendimiento.
No lo supe
mediante ninguna voz audible de los cielos, ni por ninguna ministración de ángeles,
ni por una visión real, sino que lo supe por medio del espíritu de
entendimiento que sentí en mi corazón, por la luz de verdad que había en mí.
Supe que era verdad porque era luz y había venido en cumplimiento de las escrituras,
y de su verdad dejé mi testimonio a los vecinos que vinieron durante el primer
día que estuve leyendo él libro, en la casa del diácono bautista llamado
Hamblín,
Ese mismo Espíritu
me guio más tarde a investigar el paradero del traductor José Smith; viajé a
pie durante todo un caluroso día del mes de agosto, ampollándome los pies, para
dirigirme hacia donde había oído que él vivía. Al caer la noche llegué al
vecindario de un pequeño poblado de Manchester, ubicado entonces en el Condado de
Ontario, New York.
En el camino,
alcancé a un hombre que arreaba algunas vacas, a quien le pregunté por José
Smith, el que halló y tradujo el Libro de Mormón. Me dijo que vivía bastante lejos,
a unos ciento cuarenta kilómetros de ese lugar, en el Estado de Pennsylvania.
Pregunté entonces sobre el paradero del padre
del Profeta y el individuo me señaló la casa, pero dijo que el caballero había
salido de viaje a algún lugar distante.
Luego de un
momento de conversación el hombre me dijo que su hombre era Hyrum Smith y que era
el hermano del profeta José. Ese fue el primer Santo de los Últimos Días que
conocí.
Cumplí con las
citas que tenía y a la mañana siguiente volví a la casa del hermano Hyrum quien
me regaló un Libro de Mormón . . . Caminé por un momento, luego me senté para
leer aunque no tenía la intención de leer el libro de una sola vez.
Leía por momentos
para luego suspender y volver a leer. Me encontraba lleno de gozo y felicidad;
mi espíritu se enriqueció y pude comprender, casi tan vívidamente como si lo
hubiera visto yo mismo, que el Señor Jesucristo se apareció en persona, en su
cuerpo resucitado y ministró a los pueblos americanos de los tiempos antiguos.
El en realidad se
levantó de los muertos y ascendió a los cielos, y descendió al continente
Americano en la
tierra de Abundancia . . .Como lo dijera antes, cumplí con mis obligaciones;
Varios grupos de
personas me oyeron y se interesaron solicitándome la oportunidad de dirigirles
la palabra en otras oportunidades.
Les dije que no
podría hacerlo ya que tenía una obligación que llevar a cabo para conmigo mismo.
Me despedí de ellos y regresé a la casa de Hyrum Smith, quien me llevó a un
lugar a unos cuarenta kilómetros de su casa, en el Condado de Séneca, New York.
Allí me presentó a
los tres testigos, cuyos nombres aparecen al comienzo del Libro de Mormón, así
como a los otros ocho.
Conversé con Oliverio
Cowdery, uno de los seis testigos, y al día siguiente nos dirigimos al lago
Séneca, donde fui bautizado por él, quien era a la sazón el segundo apóstol de
esta Iglesia y un hombre que había recibido la ministración de un ángel, tal
como podemos comprobarlo leyendo su testimonio.
Luego de ser
bautizado fui confirmado durante una pequeña reunión celebrada ese mismo día y
estando lleno del Espíritu Santo fui también ordenado Elder.
Esto tuvo lugar el
día Io de septiembre de 1830, y desde ese día hasta el presente me he esforzado
en magnificar mi llamamiento y en honrar el sacerdocio que Dios me ha dado . .
."
Persecución de los santos
El siguiente
incidente de la vida del Elder Pratt, tuvo lugar en Far West, Misuri, en 1838.
En esa oportunidad, los santos se encontraban en medio de severas
persecuciones.
En su libro La
Iglesia Restaurada, William E. Berrett destaca algunas de las siguientes
razones de aquella persecución.
1. Los santos eran diferentes de los colonizadores'
originales. Eran en su mayoría, del nordeste de los Estados Unidos, mientras
que la mayoría de los demás colonizadores eran originarios de los estados
sureños.
Existía entonces gran desconfianza entre ambas zonas.
Además, la parte occidental de Misuri continuaba
siendo una frontera relativamente primitiva, que atraía a los renegados de la
sociedad que allí iban buscando escapar de los efectos de la ley. Los
colonizadores mormones por el contrario eran honestos, económicos y ambiciosos.
Rápidamente se establecieron con granjas y edificaron hermosas casas.
2. Los santos tenían
la promesa de que Sion sería establecida en Jackson County, Misuri. Los primitivos
colonizadores no creían que los santos fueran a obtener la tierra mediante
adquisiciones.
A medida que el número de mormones de la zona crecía,
los otros habitantes se sintieron amenazados, aun cuando no existía ningún
motivo para que se sintieran de esa forma.
3. Los santos establecieron granjas cooperativas y
negocios que competían con las granjas y los negocios ya establecidos en la
zona. Asimismo, se relacionaban y se casaban solamente dentro de su propio grupo.
4. En los Estados Unidos existían grandes tensiones relacionadas
con el problema de la esclavitud.
5. Esta era ilegal en el norte, mientras que continuaba siendo
legal en el sur. El número de estados esclavistas así como el de los
abolicionistas era similar, y mientras ese fuera el caso, el Congreso no podría
aprobar leyes antiesclavistas. Los pobladores que se encontraban en favor de la
esclavitud, se preocupaban sobremanera en que este balance fuera mantenido.
Misuri era un estado esclavista en esos tiempos. Pero los mormones, que
continuaban llegando al estado, no poseían esclavos.
Desde el momento en que su número continuaba
creciendo, y como mantenían que Sion llegaría a abarcar todo Misuri, es comprensible
que las fuerzas esclavistas se sintieran amenazadas. Esta fue probablemente una
de las razones por las cuales el gobernador de Misuri, que poseía esclavos, no
hizo nada para detener al populacho.
6. Otro de los problemas que tenían los santos era
causado por los celos de los ministros protestantes de la zona, quienes muchas
veces impulsaron al populacho a atacar a los santos participando también en las
agresiones.
Algo más: En el siguiente relato, el Elder Pratt habla
del ejército. Por esto debe entenderse que no se trataba del ejército de los
Estados Unidos, sino de la milicia del estado, bajo el mando del gobernador Boggs.
Esta milicia tenía la orden de proteger vidas y propiedades y de evitar choques
entre los santos y el populacho.
Pero el problema radicaba en que muchos de los soldados
eran también parte del populacho, siendo prácticamente incontrolables.
Además, muchos de los oficiales simpatizaban con estos
últimos, y aun dirigían a sus "tropas" para molestar a los santos.
Finalmente, los santos de Far West fueron engañados para que entregaran sus
armas, y José Smith, Parley P. Pratt y otros dirigentes fueron traicionados y
entregados en las manos del enemigo.
"Prometió que trataría de vivir"
"En el campamento
nos encontrábamos bajo una fuerte guardia y pasamos la noche sin abrigo,
acostándonos en el suelo al aire libre, en medio de una lluvia torrencial. Durante
toda la noche los guardias se dedicaron a lanzarnos diatribas y burlas,
expresándose en las formas más obscenas; vilipendiándonos y abusando verbalmente
de nosotros. Blasfemaron en contra de Dios; se mofaron de Jesucristo,
maldijeron de las formas más horribles; insultaron al hermano José y a otros;
demandaron que hiciéramos milagros; exigieron señales, tales como: "Vamos,
señor Smith, muéstrenos un ángel." "Bríndenos una de sus
revelaciones."
"Muéstrenos
un milagro." "Vamos, aquí en el campamento se encuentra uno de sus
hermanos,
a quien tomamos prisionero
ayer en su propia casa y le hicimos saltar los sesos a golpes de culata, con un
rifle que encontramos colgado arriba de su chimenea; se encuentra tirado y
moribundo; pronuncien las palabras y cúrenlo y entonces todos les
creeremos." "Si ustedes son apóstoles o hombres de Dios, sálvense a
sí mismos y todos nos haremos mormones."
Luego de lo cual
nos insultaron con una serie de juramentos y blasfemias; después nos dirigieron
una tumultuosa diatriba de lascivas jactancias; de haber deshonrado vírgenes y
esposas por la fuerza, y muchas otras cosas que no me atrevo a escribir; en
realidad, el idioma no me sería Suficiente para intentar más que una somera
descripción de lo sucedido.
Así transcurrió aquella
espantosa noche, y antes de que llegara la mañana, varios otros cautivos fueron
agregados a nuestra prisión, entre los cuales se encontraba el hermano Amasa
Lyman . . .
Nos llevaron a Far
West, bajo la custodia de todo un ejército, y mientras se detuvieron en una
plaza pública, se nos permitió que fuéramos con una guardia a cambiarnos de
ropa y a despedirnos de nuestras familias, para después partir como prisioneros
al condado de Jackson, a una distancia de casi diez kilómetros.
Esta escena fue la
más terrible de todas. Yo me dirigí a mi casa custodiado por dos o tres
soldados; hacía frío y llovía copiosamente. Al entrar en mi pequeña cabaña, vi
a mi esposa acostada, enferma, con fiebre, condición en la que había estado
desde hacía algún tiempo.
Sobre su pecho se
encontraba nuestro hijo Nathan, de tres meses de edad, y a su lado nuestra hijita
de cinco años. A los pies de la misma cama yacía una mujer que se encontraba a
punto de dar a luz, quien, habiendo sido echada de su casa, había encontrado refugio
momentáneo en mi choza de tres metros de lado; mi casa original que era más
grande, había sido destruida.
Me aproximé a la
cama; mi esposa irrumpió en un incontrolable llanto; traté de decirle unas
pocas palabras para reconfortarla diciéndole que tratara de vivir al menos por
los hijos y por mí, expresándole luego la esperanza de que nos reuniríamos
nuevamente aun cuando tuviéramos que estar separados por mucho tiempo. Ella me
prometió que trataría de vivir.
Entonces abracé y
besé a los pequeñitos y me fui. Hasta ahora me había esforzado por no llorar,
pero ser separado a la fuerza de una familia que se encontraba tan desamparada,
a quienes les faltaban provisiones y combustible, que se encontraban casi sin
refugio en esa desolada pradera, sin que nadie pudiera ayudarles y expuestos a
las fechorías de los bandoleros, que eran prácticamente insensibles a todo humanismo,
y encontrándose el invierno tan próximo, era mucho más de lo que mi naturaleza
humana podía resistir."
"En libertad"
"Mientras así
viajábamos como prisioneros, me levanté una mañana viendo todo cubierto de
nieve, y silenciosamente logré salir del hotel sin que nadie se diera cuenta, y
al ver que nadie había logrado detectar mi salida, pensé que trataría de llevar
a cabo un experimento.
Crucé todo el
pueblo rumbo al este y nadie se dio cuenta de mi presencia. Entonces, me dirigí
hacia los campos. Luego de caminar casi por dos kilómetros, me interné en un
bosque; me encontraba rodeado por un silencio muy profundo y no había nadie
cerca; el cielo se encontraba oscurecido por la nieve que caía y mis huellas en
la nieve fueron rápidamente cubiertas, siendo imposible de esa forma que nadie
me encontrara. Así me vi libre. Yo conocía perfectamente el camino hacia los
estados del este y parecía que nada podría impedir mi huida en esa dirección;
los pensamientos de libertad golpearon fuertemente en mi pecho; todo se
reprodujo con fuerza en mi mente: mi esposa, los niños, el hogar, la libertad,
la paz, y una tierra donde reinaran la ley y el orden. Podría haber ido a otros
estados para luego enviar por mi familia y reconstruir mi hogar y ser feliz.
Por el contrario,
me encontraba prisionero en un estado donde todas las leyes se tergiversaban
con un solo fin. Aún era posible que nos fusilaran en cualquier momento sin que
fuéramos juzgados, ya fuera por un juez o por un jurado. Existía la posibilidad
de que fuera juzgado por asesinos sin compasión, quienes ya habían violado
todas sus responsabilidades civiles y habían pisoteado todo principio de honor y
de humanidad. Manos que ya estaban manchadas con la sangre de ancianos y de
indefensas mujeres y niños, se extendían en busca de mi destrucción.
La batalla de Crooked River ya había sido
distorsionada y los bravos patriotas que habían defendido su vida y rescatado a
sus conciudadanos, quedaron como si fueran asesinos, en tanto que los
verdaderos secuestradores y piratas, representaban la ley.
El seguir adelante
significaba lograr la libertad, mientras que volver significaría ser enviado a
las manos del general Clark y ser acusado de los crímenes más horribles,
teniendo a asesinos por jueces, jurado y verdugos.
'¡Libérate!',
me susurró el tentador.
'¡No!'
dije yo, 'nunca, mientras el hermano José y los demás hermanos se encuentren en
poder del enemigo.
¡Qué tempestad de problemas o aun de muerte,
les harían pasar!'
Me di vuelta,
volví sobre mis pasos y logré entrar en el hotel aún antes de que nadie notara
mi ausencia.
Cuando sacudí la
nieve de mi ropa, el cuidador así como el hermano José, me preguntaron dónde había
estado. Les contesté, "salí para hacer un poco de ejercicio." Una
caminata de placer en medio de semejante tormenta, dio lugar a una conversación
que no tuvo mayor trascendencia.
Había algo que continuamente
levantaba nuestro espíritu durante el cautiverio: era el recuerdo de la promesa
del Señor al hermano José, diciendo que nuestra vida nos sería preservada
durante este cautiverio, y que ninguno de nosotros perecería.
Esto fue lo que
pensé en el bosque, lo cual me hizo vacilar acerca de fugarme o de permanecer,
y un pensamiento golpeó mi mente:
'Porque todo el que quiera salvar su vida
la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.'
"
"Una suave mano se deslizó entre las mías"
"Bajo estas
dolorosas circunstancias pasamos un largo y triste invierno. Aquellos miembros
de nuestra comunidad que no se encontraban en prisión, fueron forzados a salir
del estado perdiendo sus casas, propiedades y algunos de ellos la vida. Miles
de santos huyeron al estado de Illinois.
Encontrándome en la
prisión, mi esposa me visitó varias veces, pero finalmente expiró el período
que habían estipulado las autoridades del estado para poner en libertad a los
mormones, y tanto mi esposa como los niños y algunos otros que permanecieron cerca
nuestro, fueron obligados a huir o a enfrentar la posibilidad de ser
exterminados . . .
El ser llevado a
juicio sin amigos o testigos que le asistan o aun con ellos, por un grupo de
"ladrones de Gadiantón" y asesinos, que podían incluso matar a
mujeres y niños, era poco menos que ser condenado y ejecutado. El permanecer
así impasible y arrastrar una vida miserable, mientras nuestras respectivas esposas
e hijos vagaban en tierras extrañas, sin la protección de sus esposos y padres,
era peor que morir diez mil veces.
Bajo estas circunstancias,
y encontrándome entre la esperanza y la desesperación, dediqué varios días al
ayuno y a la oración, durante los cuales se apoderó de mi mente una profunda y
absorbente pregunta, un solo pensamiento. Me parecía que si había un Dios en el
cielo que en alguna oportunidad habló al hombre en la tierra, yo podría saber
de Él la verdad relacionada con esta pregunta. ¿Habría yo de volver alguna vez
a ser libre en esta vida y a disfrutar de la compañía de mi querida esposa e
hijos? ¿Llegaría a andar en libertad, a vivir en sociedad y a predicar el evangelio
tal como lo había hecho en años ya pasados?
Sólo quería estar
seguro de esto y no me importaba lo que pudiera llegar a sufrir. Circunnavegar el
globo, atravesar los desiertos de Arabia, vagar por las escarpadas Montañas Rocosas
para lograr un objetivo tan deseable, parecería algo simple si tan sólo hubiera
podido tener contestación a mi pregunta.
Luego de algunos
días de ayuno y oración pidiéndole al Señor una respuesta al respecto, me
dirigí a mi solitario aposento y me acosté temprano. Mientras los otros
prisioneros así como los guardias todavía se encontraban conversando y pasando
el tiempo en los cuartos superiores de la prisión, yo permanecí en silencio, a
la expectativa de la respuesta a mi oración.
Repentinamente me
pareció ser llevado en el espíritu, quedando insensible a los objetos externos que
me rodeaban. Un cielo de paz y calma invadió mi pecho; un personaje del mundo
de los espíritus se presentó delante de mí con una sonrisa de compasión y de
tierno amor en la expresión de su rostro.
Una suave mano se
deslizó entre las mías y una ardiente mejilla se acercó a la mía con ternura y
calor, Una voz muy conocida me saludó, la que reconocí rápidamente como la de
la esposa de mi juventud, quien ya hacía años que disfrutaba del dulce sueño eterno
donde los malvados cesan de perturbar y donde los compungidos encuentran su
descanso.
Comprendí que ella
había sido enviada para comunicarse conmigo y responder mi pregunta,
Sabiéndolo, le pregunté
en la forma más sincera: '¿Volveré a estar nuevamente en libertad en esta vida,
a disfrutar de la sociedad de mi familia y de los santos, y predicar el
evangelio tal como lo hice antes?' Ella entonces me contestó en forma
definitiva y sin vacilaciones: '¡Sí!' Entonces recordé que yo había prometido
estar satisfecho con el conocimiento de este solo hecho, pero en ese momento
quise saber más.
Pregunté entonces:
'¿Puedes decirme cómo, o por qué medios, o cuándo podré escapar?' Ella contestó:
'Eso todavía no lo sé.' Sentí instantáneamente que había extralimitado mi
convenio y mi fe al formular esta última pregunta, y que debía haberme
conformado con la primera respuesta.
Su espíritu
entonces se despidió y se alejó. En seguida recobré la conciencia. Los lúgubres
sonidos de los guardias y las riñas y palabras acaloradas de los viejos
apóstatas resonaron nuevamente en mis oídos, pero el cielo y la esperanza se
albergaban en mi alma."
''En el nombre de
Jesucristo, levántate y anda"
El siguiente incidente
tuvo lugar después que el Profeta, el Elder Pratt y otros escaparon del injusto
encarcelamiento en Misuri y se reunieron con los santos en el estado de
Illinois.
"Nos fuimos a
Nauvoo, una nueva población ubicada a unos ochenta kilómetros de Quincy,
Illinois.
Allí vivían el
presidente José Smith y muchos de los refugiados que sobrevivieron a la tempestad
de persecución desatada en Misuri, ya que había sido seleccionado como lugar de
reunión de los santos esparcidos.
Muchas familias se
encontraban allí viviendo al aire libre, o bajo el refugio de los árboles,
carpas, carretas, etc., mientras otros ocupaban unos pocos edificios viejos que
habían comprado o alquilado.
Otros, vivían en
unas viejas cabañas de troncos en la ribera opuesta del Misisipí, en un lugar
llamado Montrose, y que antiguamente habían servido como barracas para
soldados.
Las penalidades y
penurias sufridas como consecuencias de las persecuciones, provocaron una
enfermedad que fue casi total. Aquí y allí, en casi todos los hogares, la mayoría
de la gente se encontraba postrada con alta fiebre, temblores, escalofríos,
etc. Al llegar, vivimos al aire libre, sin tener ningún tipo de protección. Allí
me encontré con el hermano José Smith, de quien había estado separado desde la finalización
del juicio llevado a cabo en Richmond el año anterior.
Ninguno de los dos
pudo contener las lágrimas al abrazarnos nuevamente como hombres libres. Nos
sentíamos con deseos de gritar alabanzas al Señor, dando gloria al Dios que nos
había liberado, en cumplimiento de su palabra revelada al siervo José el otoño anterior,
cuando éramos llevados cautivos en el Condado de Jackson, Misuri. José me
bendijo con su cálida simpatía y su fraternal bondad que nunca podré olvidar.
Allí también me
encontré con Hyrum Smith y muchos otros de mis antiguos compañeros de prisión,
expresándonos un gozo mutuo y una satisfacción que ningún idioma podría jamás
expresar. También los padres del profeta José se encontraban abrumados por el
gozo, las lágrimas y la felicidad que sentían; lloraron como niños al tomarme de
la mano; pero, ¡qué diferentes eran esas lágrimas de las vertidas por el amargo
dolor que sintieron cuando se despidieron de nosotros en Far West, antes de que
fuéramos arrastrados por fieras con forma humana!
Después de pasada
la emoción que surgió como consecuencia de nuestro feliz encuentro, acompañé a
José Smith a cruzar el Misisipí en una lancha, para visitar algunos amigos que
se encontraban en Montrose. Allí muchos se encontraban postrados enfermos, muy
cerca de la muerte. Entre ellos se encontraba mi viejo amigo y compañero de
servicio, Elijah Fordham, quien había estado conmigo en el extraordinario trabajo
llevado a cabo en New York, en 1837. Él se encontraba ahora en sus últimos
momentos consumido por una fiebre mortífera. Estaba postrado y casi sin poder
hablar, con cataplasmas en los pies; tenía los ojos hundidos en las órbitas,
estaba delgado hasta los huesos, tenía la palidez de la muerte y apenas podía diferenciarse
de un cadáver.
Su esposa se
encontraba llorando a su lado, preparando las ropas para su entierro. El
hermano José lo tomó de la mano y con una voz y energía que sin duda alguna
habrían levantado a un muerto, dijo: 'HERMANO FORDHAM, EN EL NOMBRE DE
JESUCRISTO, LEVÁNTATE Y ANDA.' Era una voz que pudo ser oída de case en casa y
casi a través del vecindario.
Fue como el rugido de un león, o el chasquido de
Un rayo.
El
hermano Fordham saltó de su cama de moribundo en ese mismo instante, sacudió sus pies de las cataplasmas y vendajes, se vistió tan rápidamente que nadie tuvo
ni siquiera la oportunidad de ayudarle y tomando un pequeño refrigerio, nos
acompañó de casa en casa ayudándonos a administrar bendiciones de salud a otros
hermanos, y muchos fueron sanados, mientras la gente nos seguía y con gozo y asombro
daban glorias a Dios."Fuente: Liahona Mayo 1974 , pág. No.
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