LA DESOBEDENCIA DE JUDÁ Y JERUSALEN
ASAÍAS CAPITULO 3
Judá y Jerusalén serán castigadas por su desobediencia — Jehová litiga con Su pueblo y lo juzga — Las hijas de Sion son maldecidas y atormentadas por sus costumbres mundanas — Compárese con 2 Nefi 13.
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1 Porque
he aquí, Jehová, el Señor de los ejércitos quita de Jerusalén y de Judá
el sustento y el socorro, todo sustento de pan y todo socorro de agua;
3 el capitán de cincuenta, y el hombre de respeto, y el consejero, y el artífice excelente y el hábil encantador.
5 Y
el pueblo hará violencia los unos contra los otros, y cada cual contra
su prójimo; el joven actuará con altivez contra el anciano, y el indigno
contra el honorable.
6 Cuando alguno tome a su hermano, de la familia de su padre, y le diga: Tú tienes manto; tú serás nuestro gobernante, y toma en tus manos esta ruina;
7 él jurará en aquel día, diciendo: No seré el sanador, pues en mi casa no hay pan ni manto; no me hagáis gobernante del pueblo.
8 Pues arruinada está Jerusalén, y Judá ha caído; pues la lengua de ellos y sus obras han sido contra Jehová, al rebelarse ante los ojos de su gloria.
9 La apariencia de sus rostros testifica contra ellos y, como Sodoma, manifiestan su pecado; no lo ocultan. ¡Ay del alma de ellos!, porque trajeron mal para sí.
12 Los
opresores de mi pueblo son niños, y mujeres lo gobiernan. Oh pueblo
mío, los que te guían te hacen errar y tuercen el rumbo de tus caminos.
14 Jehová vendrá a juicio contra los ancianos de su pueblo y contra sus príncipes, porque vosotros habéis devorado la viña; el despojo del pobre está en vuestras casas.
15 ¿Qué intentáis vosotros que trituráis a mi pueblo y moléis la cara de los pobres?, dice el Señor Jehová de los ejércitos.
16 Asimismo dice Jehová: Por cuanto las hijas de Sion son altivas y andan con cuello erguido y ojos desvergonzados, que caminan como si danzaran, haciendo sonar los adornos de sus pies,
17 por tanto, el Señor herirá con sarna la mollera de las hijas de Sion, y Jehová descubrirá su desnudez.
18 Aquel día el Señor quitará la hermosura de los adornos de sus tobillos, y las redecillas, y las lunetas,
24 Y acontecerá que en lugar de los perfumes aromáticos habrá hediondez, y soga en lugar de cinturón, y calvicie en lugar de cabellos peinados, y en lugar de faja, ceñimiento de cilicio y quemadura en vez de hermosura.
CAPÍTULO 3:
“LOS QUE TE GUÍAN TE HACEN ERRAR”
En este capítulo Isaías predice, a
causa de la desobediencia, que Judá y Jerusalén serían castigados con el
hambre, la opresión, la descortesía, la pobreza, y la disensión entre ellos. El
Señor Jesucristo abogará por Su pueblo y lo juzgará. Las hijas de Sion, en la
antigüedad tal como en la época moderna, serán malditas y atormentadas por su
mundanería. Nefi en el Libro de Mormón cita este capítulo por
completo—compárese 2 Nefi 13.
Esta profecía se cumplió en la
antigüedad con la destrucción de Israel por Asiria y, después, la de Judá por
Babilonia. Líderes del gobierno y de la religión, soldados, artesanos y
maestros—en la mayoría, hombres—fueron tomados cautivos o muertos. Un pequeño
remanente de habitantes, en la mayoría mujeres y niños, quedaron indigentes en
la tierra. El hambre, la anarquía y la pobreza le siguieron; mujeres y niños
funcionaban como gobernantes.[1] En los últimos días se nos amonesta que el
Señor no permitirá que Su pueblo prospere por largo tiempo en la iniquidad. Los
extremos del materialismo, el orgullo, y gran iniquidad que vemos hoy día en la
sociedad son precursores del juicio, la destrucción, y la humillación
previstos.
En el versículo 1 el Señor proclama
que causaría una escasez severa sobre Judá y Jerusalén: “Porque he aquí,
Jehová, el Señor de los ejércitos quita de Jerusalén y de Judá el sustento y el
socorro, todo sustento de pan y todo socorro de agua”— Varias épocas de escasez
históricas cumplen esta profecía, incluyendo aquéllas del siglo séptimo a.C. y
séptimo d.C.[2] De gran significado para nosotros son las hambrunas predichas
para los últimos días antes de la segunda venida del Señor.[3]
Es costumbre en varias culturas que
cuando una persona se encuentra en prisión el proveer comida, agua y ropa es la
responsabilidad de la familia y amigos. Se les hace recordar a Judá y a
Jerusalén por medio de esta analogía que son tan dependientes del Señor para
las necesidades de la vida como el prisionero es dependiente de aquellos que se
encuentran fuera de su celda para proveer para él.
Otra vez en este versículo se usa la
frase “Jehová, el Señor de los ejércitos”.[4] Aquí se denotan la fuerza y el
poder del Señor como comandante de innumerables ejércitos, y así teniendo sin
duda el poder de controlar la lluvia y la cosecha.
En los versículos 2 y 3, Isaías
describe a todos aquellos que se hincarán de rodillas por la hambruna, que se
les mandaría por razón de su iniquidad. El versículo 2 declara: “el valiente y
el hombre de guerra, el juez y el profeta, el adivino y el anciano”— Se nota
aquí que Isaías incluye “el adivino”, el que profetiza lo que ha de venir y no
por el poder del Señor. Si profetizara por el poder del Señor, lo serviría con
toda su fuerza y guardaría Sus mandamientos.
El versículo 3 continúa: “el capitán
de cincuenta, y el hombre de respeto, y el consejero, y el artífice excelente y
el hábil encantador”. Todos son iguales delante Dios; todos serán castigados
por su corrupción. 67
Como nos hace recordar el profeta
Amós, no todas las hambrunas son de pan y agua:
“He aquí, vienen días, dice Jehová el
Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan ni sed de
agua, sino de oír la palabra de Jehová.
“E irán errantes de mar a mar; desde
el norte hasta el oriente andarán buscando la palabra de Jehová y no la
hallarán”.[5]
El que Isaías mencione “el juez y el profeta…y el anciano [que significa Elder,
o autoridad eclesiástica]…y el hombre de respeto, y el consejero…y el hábil
encantador” quienes se ocupan con esfuerzos de la mente, del espíritu o de la
conciencia, quienes dependen mucho en el obtener la palabra del Señor, sugiere
una hambruna de escuchar la palabra del Señor además de las hambrunas de pan y
agua. El Señor se comunica
con Su pueblo por medio del Espíritu Santo con la condición de la rectitud
personal.[6] Una escasez espiritual es el resultado de la maldad prevaleciente,
no de la acción caprichosa del Señor.[7]
En el versículo 4, el Señor declara: “Y les pondré jóvenes por príncipes,
y niños los gobernarán”. El Libro de Mormón dice “Y niños les pondré por
príncipes, y niños pequeños serán sus gobernantes”.[8] Los jóvenes y los que carecen de
experiencia—o los que carecen de un conocimiento maduro de las leyes de Dios o
los imperativos morales—serán sus líderes.
Nos da a recordar escenas
espeluznantes como las que ocurrieron en Camboya durante el final de los años
70s en las cuales los niños vagaban buscando “enemigos del pueblo”. Con sólo
indicando aquellos que sabían leer o tenían otras habilidades además de la
agricultura, estos niños los condenaron a la ejecución a manos de los
revolucionarios comunistas de Pol Pot. Podemos anticipar más de tales
atrocidades en el futuro.
El versículo 5 describe las consecuencias
caóticas del dominio de los que son ignorantes de las leyes de Dios o carecen
de una fundación moral madura: “Y el pueblo hará violencia los unos contra los
otros, y cada cual contra su prójimo; el joven actuará con altivez contra el
anciano, y el indigno contra el honorable”. Los jóvenes, no habiendo sido
enseñados de la virtud del trabajo o de la responsabilidad, miran a sus padres
o a la sociedad como si estuvieran obligados a satisfacer cada una de sus
necesidades. Nuestros barrios urbanos
están plagados de crimen, de violencia entre bandas de jóvenes, y terrorismo.
La anarquía que se manifiesta en las ciudades puede extenderse por toda la
tierra. Otro cumplimiento ha sido en los alzamientos comunistas mundiales, en
los cuales los campesinos (el proletariado) se organizan contra aquellos que
poseen propiedad (la burguesía). La
mayoría de tales alzamientos suceden por causa de leyes injustas que socavan el
respeto por las leyes y el orden, la unidad de familia, las éticas del trabajo,
y aún la vida misma. La descortesía— “el joven actuará con altivez contra
el anciano, y el indigno contra el honorable”—prevalece en nuestra sociedad.
En los versículos 6, 7, y 8 se
predice más del resultado del dominio por los que son ignorantes de las leyes
de Dios. El versículo 6 comienza:
“Cuando alguno tome a su hermano, de la familia de su padre, y le diga: Tú
tienes manto; tú serás nuestro gobernante, y toma en tus manos esta ruina”— El
Libro de Mormón registra “y no sea esta ruina bajo tu mano”.[9] 68
El versículo 7
continúa: “él jurará en aquel día,
diciendo: No seré el sanador, pues en mi casa no hay pan ni manto; no me
hagáis gobernante del pueblo”. Los que sean capaces de la dirección moral
retírense o niéguense a servir para que no sean culpados de la ruina causada
por la iniquidad penetrante, la violencia, y la indigencia. El significado
hebreo es “No puedo vendar vuestras
heridas” (solucionar vuestros problemas).[10]
El versículo 8 dice: “Pues arruinada
está Jerusalén, y Judá ha caído; pues la lengua de ellos y sus obras han sido
contra Jehová, al rebelarse ante los ojos de su gloria”.[11] Isaías resume la
causa de esta ruina conscientemente actuando mal contra el Señor, provocando su
ira.
Los versículos 1 al 8 contienen un
quiasma:
A: (1) Porque he aquí, Jehová, el
Señor de los ejércitos
B: quita de Jerusalén y de Judá el
sustento y el socorro,
C: todo sustento de pan y todo
socorro de agua;
D: (2) el valiente y el hombre de
guerra, el juez y el profeta, el adivino y el anciano;
(3) el capitán de cincuenta, y el
hombre de respeto, y el consejero, y el artífice excelente y el hábil
encantador.
E: (4) Y les pondré jóvenes por
príncipes, y niños los gobernarán.
F: (5) Y el pueblo hará violencia los
unos contra los otros,
F: y cada cual contra su prójimo;
E: el joven actuará con altivez
contra el anciano, y el indigno contra el honorable.
D: (6) Cuando alguno tome a su
hermano, de la familia de su padre, y le diga: Tú tienes manto; tú serás
nuestro gobernante, y toma en tus manos esta ruina;
C: (7) él jurará en aquel día,
diciendo: No seré el sanador, pues en mi casa no hay pan ni manto; no me hagáis
gobernante del pueblo.
B: (8) Pues arruinada está Jerusalén,
y Judá ha caído;
A: pues la lengua de ellos y sus
obras han sido contra Jehová, al rebelarse ante los ojos de su gloria.
Este quiasma se centra en la
opresión, cada cual contra su prójimo. Las razones se dan en las declaraciones
secundarias—niños que se comportan con altivez contra aquellos que merecen su
respeto y gobernantes de la gente que carecen de un juicio moral maduro.
Sucesivamente, éstas son las causas por las cuales el Señor traería una
hambruna sobre la gente. La calamidad bajaría sobre Jerusalén debido a la
iniquidad de cada uno, desde los niños hasta los gobernantes.
En el versículo 9, Isaías describe la
inmoralidad manifiesta—los inicuos declaran sus pecados abiertamente, aun con
orgullo, sin vergüenza: “La apariencia de sus rostros testifica contra ellos y,
como Sodoma, manifiestan su pecado; no lo ocultan. ¡Ay del alma de ellos!,
porque trajeron mal para sí”. El Libro de Mormón registra “…su pecado es como
el de Sodoma, y no lo pueden ocultar. ¡Ay de sus almas…”[12]
Los efectos del pecado se pueden ver
en sus caras, las cuales testifican contra ellos. Esta inmoralidad incluye pero
no se limita a la homosexualidad. Tal como los de Sodoma antigua declararon su
pecado abiertamente y llegó a ser el discurso público predominante, así vemos
en nuestra sociedad la misma condición. La homosexualidad, el adulterio, la
fornicación y corrupción de toda clase se practican abiertamente. Libros,
películas, y televisión celebran la comisión de actos inmorales sin representar
ninguna de las consecuencias, seduciendo así al crédulo o ingenuo a participar.
El Elder Spencer V. Jones de los Setenta narra una experiencia que
compartió con el Elder Richard G. Scott:
“Siempre, para nuestro Padre
Celestial, y a menudo para los líderes, los padres y los amigos espiritualmente
sensibles, nuestros pecados saltan a la vista.
“Una vez asistí a una charla fogonera
para jóvenes con el Elder Richard G. Scott y reparé en cinco jóvenes sentados
entre la congregación cuyos rostros, apariencia y modales casi gritaban que,
espiritualmente, algo andaba mal en sus vidas. Después de la reunión cuando le
mencioné los cinco jóvenes al Elder Scott, simplemente me respondió: ‘Eran
ocho’”.[13]
Los versículos 8 y 9 contienen un
quiasma:
A: (8) 8 Pues arruinada está
Jerusalén, y Judá ha caído; pues la lengua de ellos y sus obras han sido contra
Jehová, al rebelarse ante los ojos de su gloria.
B: (9) La apariencia de sus rostros
testifica contra ellos
C: y, como Sodoma, manifiestan su
pecado;
C: y no lo pueden ocultar.
B: ¡Ay del alma de ellos!,
A: porque trajeron mal para sí.
La ruina cae sobre Judá y Jerusalén
porque el Señor es provocado a la ira a causa de la inmoralidad flagrante de la
gente. “Arruinada”, “ha caído”, y “contra Jehová” equivalen a “mal”. Aquellos
que pecan cosechan el mal contra sí, como consecuencia de sus propias
elecciones. “La apariencia de sus rostros” complementa “del alma de ellos”, que
ilustra que las caras de la gente inevitablemente reflejan la condición moral
del alma. “No lo pueden ocultar” nos enseña que la condición del alma no se
puede esconder—y menos de Dios.
Los versículos 10 y 11 presentan una
ley inmutable. El versículo 10 declara: “Decid al justo que le irá bien, porque
comerá del fruto de sus obras”. El Libro de Mormón pluraliza: “Decid a los
justos que a ellos les irá bien…”[14] los justos son bendecidos con la
recompensa de sus hechos.
El versículo 11 contrasta: ¡Ay del
malvado! Mal le irá, porque según las obras de sus manos le será pagado”. El
Libro de Mormón presenta: “¡Ay de los impíos!, porque perecerán; pues el pago
de sus 70
manos vendrá sobre
ellos”.[15] Los inicuos serán maldecidos debido a sus acciones mientras los
justos son bendecidos. En ambos casos, se aplica la ley de la cosecha.[16]
Los versículos 9 al 11
contienen un quiasma:
(9) La apariencia de sus rostros
testifica contra ellos y, como Sodoma, manifiestan su pecado; y no lo pueden
ocultar.
A: ¡Ay del alma de ellos!, porque
trajeron mal para sí.
B: (10) Decid a los justos
C: que a ellos les irá bien:
D: porque comerán del fruto de sus
obras.
C: (11) ¡Ay
B: de los impíos! porque perecerán.
A: Mal les irá: pues el pago de sus
manos vendrá sobre ellos.
Tanto la rectitud como la maldad se
recompensan en su clase por el Señor. Los justos cosechan las bendiciones y
ventajas de su virtud, mientras que los inicuos no pueden escapar las
consecuencias malas de su inmoralidad. En este quiasma el bienestar de los
justos se contrasta con las angustias declaradas sobre los inicuos; según las
obras de las manos de los inicuos tal como las de los justos “el pago…vendrá
sobre ellos”.
El versículo 12 transmite el mismo
significado que el versículo 4: “Los opresores de mi pueblo son niños, y
mujeres lo gobiernan. Oh pueblo mío, los que te guían te hacen errar y tuercen
el rumbo de tus caminos”. El Libro de Mormón sustituye “y pervierten el curso
de tus sendas”.[17] “El rumbo de tus caminos” significa el conocimiento del
plan de salvación; el camino estrecho y angosto hacia la salvación sería
torcido y corrompido por principios inicuos.[18] “Niños” caracteriza líderes
políticos que carecen de un juicio moral maduro. “Mujeres” caracteriza a los
líderes eclesiásticos que carecen de la autoridad del sacerdocio—más bien que
menospreciar la capacidad de las mujeres a gobernar con justicia y con eficacia
cuando son llamadas.
Esta descripción caracteriza a la
Judá antigua e Israel después de que a la mayoría—en particular, los líderes y
los de habilidades útiles—se le llevó al cautiverio y hombres capaces de
resistir fueron muertos, dejando en su mayor parte mujeres y niños indigentes
en la tierra. Para nosotros, esto predice condiciones que prevalecerán en algún
momento en los últimos días.
El versículo 13 establece que el
Señor—Jehová, o Jesucristo—será el juez de Israel: “Jehová está en pie para
litigar y está para juzgar a los pueblos”. Durante Su ministerio mortal el
Señor Jesucristo verificó Su papel como juez: “Porque como el Padre tiene vida
en sí mismo, así también dio al Hijo el tener vida en sí mismo; y también le
dio poder para hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre”.[19] El Señor
hará justicia a las naciones oprimidas.
El versículo 14 testifica que el
Señor juzgará los opresores del pueblo: “Jehová vendrá a juicio contra los ancianos
de su pueblo”, que significa los guías eclesiásticos y también ellos que
deberían tener una El Señor juzgará al oprimido tal como al opresor. Los
líderes eclesiásticos tal como los civiles han oprimido a los pobres para su
propio provecho; los líderes corrompidos hacen que la gente yerra, destruyendo
la vía del Señor. Por consiguiente, los niños y las mujeres gobernarían a la
gente.
En los versículos 16 y 17, el Señor
azotará a las hijas de Sion por su altivez. El versículo 16 describe su
libertinaje: “Asimismo dice Jehová: Por cuanto las hijas de Sion son altivas y
andan con cuello erguido y ojos desvergonzados, que caminan como si danzaran,
haciendo sonar los adornos de sus pies”
La palabra hebrea Sion, que se usa en
este versículo y que significa “lugar secado”,[22] tiene varios niveles de
significado en las escrituras. Durante la época de David era el nombre de una
fortaleza cerca de Jerusalén;[23] el arca de la alianza fue traído por Salomón
de allí al templo en Jerusalén.[24] El monte del templo en Jerusalén también se
conocía como el monte de Sion,[25] y Sion se utiliza en varias escrituras como
un sinónimo poético para Jerusalén.[26] Sion también se refiere al recogimiento
espiritual de los últimos días—la restauración de la plenitud del evangelio
desde los cielos y el establecimiento de un pueblo que viviría según sus
principios.[27] Sion, por tanto, es un sitio en el cual los puros de corazón
morarán.[28] Esta definición puede substituirse en lugar de la palabra Sion
para ayudar en su comprensión: “Por cuanto las hijas de los puros de corazón
son altivas…”. Por contraste, el Jerusalén de los últimos días significa un
sitio para el recogimiento físico de las tribus retornantes de Israel, no
importa si es el sitio original de Jerusalén u otro sitio.[29] Una “Nueva
Jerusalén” para el recogimiento de algunas de las tribus se establecería sobre
el continente americano.[30] La gama de significados para las palabras tales
como “Sion” y “Jerusalén” provee una clave para entender los significados
ocultos y el cumplimiento recurrente de las profecías de Isaías en varias
dispensaciones.
En el versículo 16 Sion tiene
significados dobles: es un sitio para el recogimiento espiritual en los últimos
días y también un sinónimo para la Jerusalén antigua tal como la de los últimos
días.[31] La acusación profética de Isaías de mundanearía se aplica igualmente
a la gente antigua y moderna del convenio del Señor.
Tocante a la vanidad, el Señor
amonesta à los santos de los últimos días:
“Y en ocasiones pasadas vuestras
mentes se han ofuscado a causa de la incredulidad, y por haber tratado
ligeramente las cosas que habéis recibido,
“y esta incredulidad y vanidad han
traído la condenación sobre toda la iglesia”.[32]
La vanidad aflige a la Sion moderna
tal como al Israel antiguo.
El versículo 17 describe la
maldición: “por tanto, el Señor herirá con sarna la mollera de las hijas de Sion,
y Jehová descubrirá su desnudez”. “Descubrir su desnudez” es un modismo hebreo
que significa “ponerles en deshonra”.[33]
En los versículos 18 al 23 se
mencionan ornamentos, accesorios, y artículos de ropa. La nota al pie de página
tratante al versículo 18 dice “Las autoridades en la materia no siempre
concuerdan con respecto a la índole de los adornos de la mujer que se mencionan…”[34]
Traducciones bíblicas en idiomas
modernos presentan listas de ornamentos usando palabras que dependen de la
época en que la traducción se hizo. Por ejemplo, la traducción bíblica de King
James en inglés usa palabras que datan de hace cuatrocientos años, algunas de
las cuales no son conocidas por los lectores modernos.
La 73 traducción de Reina Valera que se usa
en este comentario usa palabras que, por la mayor parte, son bien entendidas.
El versículo 18 comienza la lista de
los artículos femeninos mencionados por Isaías: “Aquel día el Señor quitará la
hermosura de los adornos de sus tobillos, y las redecillas, y las lunetas”—
“Lunetas” quiere decir adornos en forma de luna en cuarto creciente.[35]
El versículo 19 continúa, enumerando
más accesorios que se usarán por las mujeres vanas de los últimos días: “los
collares, y los brazaletes, y los velos”—
El versículo 20 enumera más
ornamentos vanos y artículos de ropa: “las cofias, y los adornos de las
piernas, y las cintas, los pomitos de olor, y los zarcillos”— “Las cofias”
quiere decir gorras femeninas.[36]
El versículo 21 nombra algunos
artículos de joyería: “los anillos, y los joyeles de la nariz”—
El versículo 22 describe más
artículos de la ropa y accesorios: “las ropas de gala, y los mantoncillos, y
las capas, y las bolsas”—
El versículo 23 completa la lista:
“los espejos, y los linos finos, y los tocados y las gasas”. “Gasas” quiere
decir las ropas transparentes.[37]
El versículo 24 describe el resultado
de la ira del Señor vertida sobre las hijas de Sion: “Y acontecerá que en lugar
de los perfumes aromáticos habrá hediondez, y soga en lugar de cinturón, y
calvicie en lugar de cabellos peinados, y en lugar de faja, ceñimiento de
cilicio y quemadura en vez de hermosura”. “Cilicio” significa “saco o vestidura
áspera que se usaba antiguamente para la penitencia”;[38] el llevar cilicio era
una muestra exterior de angustia profunda o de luto. “Quemadura” significa
marca o cicatriz.[39] Antiguamente, era costumbre marcar a los esclavos con
herradero. En tiempos modernos tal herradero es raro; Isaías podía haber visto
los tatuajes comunes, tanto como en hombres como en las mujeres. La gente, a
causa de su maldad, sería azotada, muerta y vendida en la esclavitud.
Los versículos 25 y 26 describen la
destrucción que caería sobre la Jerusalén antigua y Sión en los últimos días.
El versículo 25 declara: “Tus hombres caerán a espada y tus fuertes en la
batalla”.
El versículo 26 completa la profecía
concerniente a Sión y Jerusalén: “Y sus puertas se lamentarán y enlutarán; y
ella, desolada, se sentará en tierra”. En vez de sentarse en esplendor en un
lugar de honor, el trono de Jerusalén sería quitado—dejando solamente la tierra
en que sentarse. Esta profecía se relaciona al tiempo cuando Jerusalén fue
destruida en el año 587 aC, y también a un tiempo en el futuro cuando
condiciones orgullosas existirían entre las mujeres de Sión, quienes en aquel
tiempo serán sujetadas a las consecuencias descritas. ¿Quién puede debatir con
las descripciones vivas de Isaías de nuestra época y del comportamiento de la
gente orgullosa en nuestra sociedad?
NOTAS
[1] . Victor
L. Ludlow, “Isaiah Chapter Review [Resúmen del Capítulo de Isaías]: 2 Nefi
13/Isaías 3”, Book of Mormon Reference Companion: Dennis L. Largey, ed.,
Deseret Book Company, Salt Lake City, UT, 2003, pág. 360-362.
[2]. Victor
L. Ludlow, Isaiah: Prophet, Seer, and Poet [Isaías: Profeta, Vidente, y Poeta]:
Deseret Book Company, Salt Lake City, Utah, 1982, pág. 101.
[3]. Véase Doctrina y Convenios 87:6;
José Smith—Historia 1:45.
[4]. Véase también Isaías 1:24. 74
[5]. Amós 8:11-12.
[6]. Véase 1 Nefi 17:45; Efesios
4:19.
[7]. Véase 1
Crónicas 21:9-12.
[8]. 2 Nefi
13:4.
[9]. 2 Nefi
13:6.
[10]. F.
Brown, S. Driver, y C. Briggs, The Brown-Driver-Briggs Hebrew and English
Lexicon [Léxico Hebreo e Inglés de Brown, Driver y Briggs]: Hendrickson
Publishers, Peabody, MA, 01961-3473, 1996, Número de Strong 2280, pág. 289.
[11]. El versículo 8 contiene un
quiasma reconocido en el hebreo original: arruinada está/Jerusalén/Judá/ha
caído. En Donald W. Parry, Harmonizing Isaiah [La Armonización de Isaías]:
Foundation for Ancient Research and Mormon Studies (FARMS) [Fundación para
Investigación Clásica y Estudios Mormones] en Brigham Young University, Provo,
Utah, EE.UU., 2001, pág. 258.
[12]. 2 Nefi 13:9.
[13]. Spencer V. Jones, “Venzamos el
hedor del pecado”, Liahona, Mayo de 2003, pág. 88.
[14]. 2 Nefi 13:10.
[15]. 2 Nefi 13:11.
[16]. Véase Job 4:8; Hosea 10:12;
Mosíah 7:30-31; Doctrina y Convenios 6:33.
[17]. 2 Nefi 13:12.
[18]. Véase Isaías 8:11; 26:7-8;
28:7; 40:3 y su respectivo comentario.
[19]. Juan
5:26-27.
[20]. Véase
Isaías 1:17; 4:4; 28:6; 34:5.
[21]. 2 Nefi
28:9-14.
[22]. F.
Brown, S. Driver, y C. Briggs, The Brown-Driver-Briggs Hebrew and English
Lexicon [Léxico Hebreo e Inglés de Brown, Driver y Briggs]: Hendrickson
Publishers, Peabody, MA, 01961-3473, 1996, 1216 pág.; Número de Strong 6726, pág.
851.
[23]. Véase 2 Samuel 5:7; 2 Crónicas
5:2.
[24]. Véase 1 Reyes 8:1.
[25]. Véase Salmos 9:11; 14:7; 74:2;
78:68-69.
[26]. Véase, por ejemplo, Isaías 1:8.
[27]. Compárese Moises 7:17-21, el
cual describe la gente antigua de Sión.
[28]. Véase Doctrina y Convenios
97:21.
[29]. Véase Isaías 51:11.
[30]. Véase 3 Nefi 20:22; Ether
13:3-6, 10; Doctrina y Convenios 84:2-4; Apocalipsis 3:12; 21:2; 3 Nefi
21:23-24; Doctrina y Convenios 42:9, 35, 62, 67; 45:66; 133:56; Moises 7:62; A
of F 1:10.
[31]. Véase Isaías 1:27; 4:3-4; 8:18;
10:12, 24; 12:6; 51:3.
[32]. Doctrina y Convenios 84:54-55.
[33]. Brown et al., 1996, Número de
Strong 6168, pág. 788; véase también Isaías 3:17, nota al pie de página 17a.
[34]. Isaías 3:18, nota al pie de
página 18a.
[35]. Véase nota al pie de la página
18b.
[36]. Véase nota al pie de la página
20a.
[37]. Véase nota al pie de la página
23a.
[38]. Real Academia Española,
Diccionario de la lengua española, vigésima segunda edición, “cilicio”.
[39]. Brown et al., 1996, Número de
Strong 3587, pág. 465.
Fuente: IVAN D. SANDERSON - ISAIAS PÁG...66- 74
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