La salvación para los muertos

La obra del templo por los muertos se basa en las verdades que se encuentran tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.

Después de Su crucifixión. Cristo visitó el mundo de 
los espíritus donde "predicó el evangelio eterno" (D. y 
C. 138:19; véase también 1 Pedro 3:19).

Mediante el bautismo por los muertos (véase 1 Corintios 15:29) y otras ordenanzas vicarias, las bendiciones del templo se ponen al alcance de las personas que no las recibieron en esta vida. Izquierda: la pila bautismal del Templo de Nueva Zelanda.

Los miembros de la iglesia vuelven su corazón al de sus padres (véase Malaquías 4:5-6) al buscar los nombres de sus antepasados y efectuar posteriormente la obra en el templo por ellos.

En 1836, y tal como el Señor lo había prometido, Elías se apareció a José Smith y a Oliverio Cowdery en el Templo de Kirtland y restauró las llaves del poder sellador. (Véase Malaquías 4:5-6; D. y C. 110:13-16).


E1 apóstol Juan escribió: "Dios es amor" (1 Juan)
No existe mayor evidencia de ese amor que las maravillosas ordenanzas reveladas por el Señor, las cuales ponen las bendiciones de la salvación al alcance de todos Sus hijos que no tuvieron la oportunidad de recibir el evangelio en la vida terrenal.

Fácilmente podemos percibir la importancia de estas ordenanzas al considerar las relaciones familiares. ¿Qué otra cosa puede sobrepasar el amor que se siente por la esposa, por el esposo, por los hijos y por los parientes?

El mensaje de gozo del evangelio restaurado de Jesucristo es que las ordenanzas que se efectúan en los templos del Señor garantizan, bajo ciertas condiciones, que estas relaciones familiares pueden continuar por la eternidad. Esta enseñanza, que constituye uno de los aspectos más gloriosos del plan de salvación, no es nueva para esta dispensación, ya que se describe en las verdades que aparecen en el Antiguo y en el Nuevo Testamento.

EL SERVICIO VICARIO

Una de estas importantes verdades es el principio del servicio vicario, en el que una persona actúa en beneficio de otra.

Dios ha utilizado este principio a través de la historia.

Por ejemplo, en la dispensación de Moisés, los machos cabríos y las ofrendas de sacrificio hacían las veces de substitutos para expiar los pecados del pueblo.

Esos sacrificios eran representaciones simbólicas del sacrificio supremo que se haría por la humanidad: la expiación de Jesucristo.

La Expiación es la ofrenda vicaria suprema. El apóstol Pablo escribió que Cristo "se dio a sí mismo en rescate por todos" (1 Timoteo 2:6). De igual manera, unos 750 u 800 años antes, el profeta Isaías previo el sacrificio del Redentor y escribió con respecto a El: "Mas él herido fue por nuestras rebeliones. . . y por su llaga fuimos nosotros curados" (Isaías 53:5).

Mediante Su sacrificio inmaculado, nuestro Señor Jesucristo rescata a todo aquel que esté dispuesto a obedecer Sus mandamientos y vivir de acuerdo con los principios de Su evangelio.

EL MUNDO DE LOS ESPÍRITUS

Otra enseñanza básica del plan de salvación del Señor es el concepto de que, al morir, el espíritu de la persona se va a un lugar donde moran los espíritus, en donde las facultades de la vista, del oído y del intelecto son tan claras como lo son en la vida terrenal. Jesús dijo que Dios "no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven" (Lucas 20:38). Jesús mismo visitó ese mundo de los espíritus antes de Su resurrección, tal como lo había predicho: "De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán" (Juan 5:25).

EL MINISTERIO DE CRISTO EN EL MUNDO DE LOS ESPÍRITUS

Después de haber pagado el precio del pecado porcada uno de nosotros, el Señor descendió a la muerte y fue al mundo de los espíritus, después de lo cual se levantó triunfalmente de la tumba.

Temprano por la mañana, después de que ángeles hubieron anunciado a las mujeres que Jesús había resucitado, el Señor se le apareció a María. Cuando ella intentó tocarlo, el Maestro le dijo: "No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas vé a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios" (Juan 20:17).

Si el Salvador aún no había ascendido a los cielos, ¿dónde estuvo durante los tres días en que su cuerpo yació en la tumba? La respuesta se encuentra en los escritos de Pedro, el Apóstol principal. Cristo fue a visitar a los espíritus desincorporados y les ministró.

¿Qué hizo el Señor allí? Pedro dijo: ". . .fue y predicó a los espíritus encarcelados" (1 Pedro 3:19).

¿Quiénes eran esas personas? De acuerdo con las palabras de Pedro, fueron "los que en otro tiempo desobedecieron" (1 Pedro 3:20). "Porque por esto también ha sido predicado el evangelio a los muertos, para que sean juzgados en carne según los hombres..." (1 Pedro 4:6).

El ministerio del Salvador entre los que habían muerto} fue predicho por Isaías, que, en nombre del Mesías, escribió: "El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel" (Isaías 61:1).

¿Qué podría ser buenas nuevas para los encarcelados?

Sin duda, el mensaje de la forma en que obtendrían su liberación y gozarían de las bendiciones del evangelio.

Ese fue el mensaje que el Señor predicó en el mundo de los espíritus durante los tres días en que El mismo fue un espíritu desincorporado. Hoy día hay maestros que el Señor ha llamado para que continúen predicando ese mismo mensaje en el mundo de los espíritus. (Véase D. y C. 138.)

EL BAUTISMO POR LOS MUERTOS

De ese modo, los que mueren sin haber tenido un conocimiento de Cristo, tienen la oportunidad de oír el alegre mensaje de la redención, ejercer su fe y arrepentirse, de sus pecados. ¿Y el bautismo? Tal como el Señor le enseñó a Nicodemo, para que una persona entre en el reino de los cielos, debe ser primeramente bautizada, o sea, nacer de agua. (Véase Juan 3:5.) Jesús mismo fue bautizado para "[cumplir] toda justicia" (Mateo 3:15), y mandó a sus Apóstoles que bautizaran a los que aceptaran el mensaje del evangelio, diciéndoles: "El que creyere y fuere bautizado, será salvo" (Marcos 16:16).

Entonces, ¿cómo pueden recibir esta ordenanza los que han muerto sin haber tenido la oportunidad de ser bautizados? La respuesta es que pueden recibirla vicariamente. Así como Jesús llevó a cabo una tarea que no podíamos efectuar por nosotros mismos, de igual manera, nosotros podemos efectuar la ordenanza del bautismo por los que han muerto, proporcionándoles de ese modo la oportunidad de llegar a ser herederos de la salvación.

El apóstol Pablo hacía referencia a esta ordenanza cuando tenía que amonestar a los rebeldes corintios en cuanto a la realidad de la Resurrección. Los que recibieron su epístola estaban muy bien familiarizados con esta ordenanza, conocida como el bautismo por los muertos. Pablo escribió: "De otro modo, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos, si en ninguna manera los muertos resucitan? ¿Por qué, pues, se bautizan por los muertos? (1 Corintios 15:29).

Hoy en día, la Resurrección se reconoce quizá como el concepto más sublime del cristianismo. Pero, ¿en qué parte del cristianismo encontramos la ordenanza del bautismo por los muertos, la cual Pablo utilizó como argumento para demostrar la realidad de la Resurrección? Esa fue una de las muchas enseñanzas y ordenanzas que se perdieron o se cambiaron en la época en que los primeros cristianos soportaron trágicas persecuciones y fueron testigos del cambio que sufrieron las doctrinas de Cristo por parte de los que deseaban convertirlas en enseñanzas más aceptables en un mundo versado en la filosofía griega.

EL PODER PARA ADMINISTRAR LAS ORDENANZAS

¿Es de extrañarse, entonces, que en éstos, los últimos días, al restaurar nuestro Señor Jesucristo en la tierra Su evangelio en toda su pureza y poder, haya restaurado las verdades concernientes a la salvación para los muertos? (Véase D. y C. 128, una epístola del profeta José Smith en cuanto a la salvación para los muertos).

Con la restauración de esas verdades, el Señor también restauró el poder y la autoridad de Su sacerdocio. ¿Por qué? A fin de que las ordenanzas que se efectuaran tanto por los vivos como por los muertos tuviesen validez delante del Señor.

Poco antes de morir, el Señor invistió a Pedro, el Apóstol principal, con el poder del sacerdocio, a fin de que él y los otros a quienes él delegara ese poder efectuaran bautismos y las demás ordenanzas esenciales para la salvación del hombre. El Señor le prometió a Pedro: "Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos" (Mateo 16:19).

Esas mismas llaves del sacerdocio se le restauraron al profeta José Smith en estos últimos días, al comienzo de esta dispensación. Dirigiéndose al Profeta en cuanto a este poder sellador, el Señor especificó las condiciones que existen una vez que se deja esta vida terrenal:
".' . .Todos los convenios, contratos, vínculos, compromisos, juramentos, votos, efectuaciones, uniones, asociaciones o aspiraciones que no son hechos, ni concertados, ni sellados por el Santo Espíritu de la promesa. . . mediante el que ha sido ungido. ... (y he\ nombrado a mi siervo José para que tenga este poder en los últimos días. . .), ninguna eficacia, virtud o fuerza tienen en la resurrección de los muertos, ni después; porque todo contrato que no se hace con este fin termina cuando mueren los hombres.
"He aquí, mi casa es una casa de orden. . ." (D. y C. 132:7-8).

Por lo tanto, con el poder del sacerdocio para sellar ordenanzas en la tierra y ligarlas en los cielos, el Señor ha hecho llegar las bendiciones del evangelio a los que ya han muerto. Las mismas ordenanzas que se efectúan por los vivos se pueden llevar a cabo vicariamente por los muertos. No sólo el bautismo, sino también los convenios y las bendiciones de la investidura y del matrimonio eterno están al alcance de todos los que no las recibieron en esta vida.

LA LIBERTAD DE ELECCIÓN

No obstante, es evidente que ninguna actividad terrenal se interpone con el derecho de elegir de las personas que se encuentran en el mundo de los espíritus, puesto que son libres de aceptar o rechazar las ordenanzas que se efectúen en su favor. Si eligen aceptar las ordenanzas, ejercer la fe en el Señor Jesucristo y arrepentirse, se les libra de su cautiverio espiritual; pero si, en cambio, eligen no aceptar esas condiciones, permanecen en su cautiverio espiritual. El derecho de elegir es inviolable. El albedrío es una herencia eterna que Dios, nuestro
Padre, nos ha brindado a cada uno de nosotros, y es esencial para nuestro desarrollo personal.

La obra del Señor en el mundo de los espíritus se lleva a cabo de la misma manera que aquí en la tierra, o sea, que al género humano se le invita cordialmente, y no se le obliga, a recibir la plenitud del evangelio y a utilizarlo para progresar.

EL REGRESO DE ELÍAS

Estas verdades concernientes a la salvación para los muertos son de tanta importancia que se encontraban entre los primeros principios que le fueron enseñados al profeta José Smith al comienzo de esta dispensación.

El 21 de septiembre de 1823, solamente tres años después de que se le aparecieron el Padre y el Hijo, José Smith recibió la visita del ángel Moroni. El mensajero angélico le dijo que se acercaba el día en que se cumpliría la profecía de Malaquías, que se encuentra en el Antiguo Testamento, según la que el "corazón de los hijos" (los hombres y las mujeres de la actualidad) se volvería "hacia los padres" (nuestros antepasados). (Véase Malaquías 4:6). Cuatro veces repitió Moroni la profecía de Malaquías de que el Señor enviaría a Elias el profeta para revelar la autoridad y el conocimiento necesarios para dar comienzo a esta obra.

La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días testifica solemnemente que Elias el profeta ya ha venido, tal como se predijo en los tiempos antiguos y como se ha predicho en nuestra época. Elias el profeta se le apareció a José Smith y a Oliverio Cowdery en el recién dedicado templo de Kirtland, Ohio, el 3 de abril de 1836, y les confirió la autoridad para restaurar el bautismo por los muertos, así como todas las demás ordenanzas necesarias para la salvación de los muertos.

Elías dijo: "Por tanto, se entregan en vuestras manos las llaves de esta dispensación. . ." (D. y C. 110:16).

LA HISTORIA FAMILIAR Y LA OBRA DEL TEMPLO

Desde aquel día de 1836, la Iglesia ha edificado templos por todo el mundo, en los que se pueden llevar a cabo las ordenanzas del evangelio en beneficio de nuestros antepasados. La Iglesia también ha establecido por todo el mundo bibliotecas genealógicas y otras ayudas para llevar a cabo la investigación de historia familiar.

Actualmente, miles de Santos de los Últimos Días van diariamente a los templos del Señor en donde efectúan ordenanzas en beneficio de sus padres, sus abuelos y todos sus antepasados cuyos nombres y datos hayan verificado mediante registros. Esas personas, que han muerto aquí en la tierra pero que viven en el mundo de los espíritus, están esperando, como lo dijo el Maestro, "las buenas nuevas" de que la obra se ha llevado a cabo por ellos a fin de que sean liberados de la prisión en que se encuentran cautivos. Cuando se llevan a cabo estas ordenanzas por esas personas, ellas pueden cumplir en mayor amplitud con los mandamientos del Señor y continuar su progreso y desarrollo.

UNA VISIÓN DE LA REDENCIÓN DE LOS MUERTOS

En 1918, un Profeta de los últimos días recibió un poderoso testimonio de la salvación para los muertos. El presidente Joseph F. Smith anotó una visión que recibió el 3 de octubre de ese mismo año mientras leía 1 Pedro 3:18—20 y 1 Pedro 4:6 y meditaba sobre el contenido de esos pasajes, donde el apóstol Pedro habla de la visita del Señor Jesucristo al mundo de los espíritus después de Su crucifixión:

"Mientras meditaba estas cosas que están escritas, fueron abiertos los ojos de mi entendimiento, y el Espíritu del Señor descansó sobre mí, y vi las huestes de los muertos, pequeños así como grandes.

"Y se hallaba reunida en un lugar una compañía innumerable de los espíritus de los justos. . ."Mientras esta innumerable multitud esperaba y conversaba, regocijándose en la hora de su liberación de las cadenas de la muerte, apareció el Hijo de Dios y declaró libertad a los cautivos que habían sido fieles; "y allí les predicó el evangelio eterno, la doctrina de la resurrección y la redención del género humano de la caída, y de los pecados individuales, con la condición de que se arrepintieran. . . ". . .y percibí que el Señor no fue en persona entre los inicuos ni los desobedientes que habían rechazado la verdad, para instruirlos; "más he aquí, organizó sus fuerzas y nombró mensajeros de entre los justos, investidos con poder y autoridad, y los comisionó para que fueran y llevaran la luz del evangelio a los que se hallaban en tinieblas, es decir, a todos los espíritus de los hombres. . . "Así se predicó el evangelio a los que habían muerto en sus pecados, sin el conocimiento de la verdad, o en transgresión por haber rechazado a los profetas.

"A éstos se les enseñó la fe en Dios, el arrepentimiento del pecado, el bautismo vicario para la remisión de los pecados, el don del Espíritu Santo por la imposición de las manos, "y todos los demás principios del evangelio que les era menester conocer, a fin de habilitarse. . . "Vi que los fieles élderes de esta dispensación, cuando salen de la vida terrenal, continúan sus obras en la predicación del evangelio de arrepentimiento y redención, mediante el sacrificio del Unigénito Hijo de Dios, entre aquellos que están en tinieblas y bajo la servidumbre del pecado en el gran mundo de los espíritus de los muertos.
"Los muertos que se arrepientan serán redimidos, mediante su obediencia a las ordenanzas de la Casa de Dios" (D.yC. 138; 11-12, 18-19, 29-30, 32-34, 57-58).

UNA OBRA DE AMOR

Todos los tiernos sentimientos y anhelos de cualquier padre o cónyuge —de hecho, de todo cónyuge, de todo padre y de todo hijo que se encuentre en el mundo de los espíritus— pueden verse realizados en los templos de Dios. Todas las personas que lleguen a conocer la vía del Señor y Su voluntad en éstos, los últimos días, tienen la obligación y la bendición de llevar a cabo esta obra de amor por ellos. Por esa razón, la obra que se efectúa en los y templos es tan preciada y sagrada para los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. •
Fuente: Liahona Junio de1992 - pág. 25 / 31

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