Que son los valores?
Que
son los valores?
Los valores son principios que nos permiten orientar nuestro comportamiento en función de realizarnos como personas. Son creencias fundamentales que nos ayudan a preferir, apreciar y elegir unas cosas en lugar de otras, o un comportamiento en lugar de otro. También son fuente de satisfacción y plenitud.
El cultivar valores eternos nos ayudará a llegar a ser todo lo que nuestro Padre Celestial quiere que seamos. Presidente Rusell M Nelson.
La gloria de Dios es en verdad la inteligencia (véase D. y C. 93:36).
¿Recuerdan en el Nuevo Testamento cuando la mujer que padecía de flujo
de sangre tocó el borde del manto del Salvador? El Salvador dijo:
- “Alguien me ha tocado, porque yo he percibido que ha salido poder de mí” (Lucas 8:46).
Existen
diferentes tipos de
valores, también denominados valores
universales que se caracterizan o se diferencian por lo que equivalen;
entre ellos están:
·
Valores personales.
·
Valores
socio culturales
·
valores
familiares.
·
Valores
espirituales.
·
Valores
éticos y morales.
·
Valores
materiales.
·
Valores organizacionales.
Los valores son principios que nos permiten orientar nuestro comportamiento en función de realizarnos como personas. Son creencias fundamentales que nos ayudan a preferir, apreciar y elegir unas cosas en lugar de otras, o un comportamiento en lugar de otro. También son fuente de satisfacción y plenitud.
Imagen de Deysi Causil Sánchez |
También nos proporcionan una pauta para formular metas y
propósitos, personales o colectivos. Reflejan nuestros intereses, sentimientos
y convicciones más importantes.
Los valores se refieren a necesidades humanas y representan
ideales, sueños y aspiraciones, con una importancia independiente de las
circunstancias. Por ejemplo, aunque seamos injustos la justicia sigue teniendo
valor. Lo mismo ocurre con el bienestar o la felicidad.
Entre los valores más comunes se pueden mencionar:
Responsabilidad, respeto,
audacia, alegría, calma, compromiso, compasión, consistencia, Competitividad, cortesía, creatividad, confianza,
disciplina, justicia, fe, bondad, lealtad, éxito,
apoyo, gratitud, entre muchísimos otros.
Los valores valen por sí mismos. Son importantes por lo que
son, lo que significan, y lo que representan, y no por lo que se opine de
ellos.
Los valores, actitudes
y conductas están estrechamente relacionados. Cuando hablamos de actitud
nos referimos a la disposición de actuar en cualquier momento, de acuerdo con nuestras creencias,
sentimientos y valores.
Los valores se traducen en pensamientos, conceptos o ideas,
pero lo que más apreciamos es el comportamiento, lo que hacen las personas. Una persona valiosa es alguien que vive
de acuerdo con los valores en los que cree. Ella vale lo que valen sus
valores y la manera cómo los vive.
Pero los valores también son la base para vivir en comunidad
y relacionarnos con las demás personas. Permiten regular nuestra conducta para
el bienestar colectivo y una convivencia armoniosa.
Quizás por esta razón tenemos la tendencia a relacionarlos
según reglas y normas de comportamiento,
pero en realidad son decisiones. Es decir, decidimos actuar de una manera y no
de otra con base en lo que es importante para nosotros como valor. Decidimos
creer en eso y estimarlo de manera especial.
Al llegar a una
organización con valores ya definidos, de manera implícita asumimos aceptarlos y ponerlos en
práctica. Es lo que los demás miembros de la organización esperan de nosotros.
En una organización los valores son el marco del
comportamiento que deben tener sus integrantes, y dependen de la naturaleza de
la organización (su razón de ser);
del propósito para el cual fue creada (sus
objetivos); y de su proyección en el futuro (su visión). Para ello, deberían inspirar las actitudes y acciones
necesarias para lograr sus objetivos.
Es decir, los valores organizacionales se deben reflejar
especialmente en los detalles de lo que hace diariamente la mayoría de los
integrantes de la organización, más que en sus enunciados generales.
Si esto no ocurre, la organización debe revisar la manera de
trabajar sus valores.
Los valores son
valiosos por lo que son, es decir por lo que pueden llegar a significar o representar en una
sociedad dada, y no por lo que se opine de ellos, además pueden variar mucho
según las culturas, las familias o los individuos; definiendo estos valores
podemos entenderlos así:
· Valores
familiares: Hacen
referencia a aquello que la familia considera que está bien y lo que está mal. Tienen
que ver con los valores personales de los padres, aquellos con los que educan a
sus hijos, y aquellos que los hijos, a medida que crecen, pueden aportar a su
familia. Los valores familiares son los primeros que aprenderá nuestro hijo
y, si sabemos transmitirlos con paciencia, amor y delicadeza, pueden ser una
buena base en la que apoyar, aceptar o rechazar otras experiencias, actitudes y
conductas con los que se irá encontrando a lo largo de su vida.
- Valores socioculturales: Son los valores que imperan en la sociedad en el momento en que vivimos. Estos valores han ido cambiando a lo largo de la historia y pueden coincidir o no con los valores familiares. Puede ser que la familia comparta los valores que se consideran correctos a nivel social o que, al contrario, no los comparta y eduque a sus hijos según otros valores. En la actualidad, intentamos educar a nuestros hijos en el respeto, la tolerancia, la renuncia a la violencia, la consideración y la cortesía, pero vivimos en una sociedad en la que nuestros hijos pronto descubren que también imperan otros valores muy diferentes como el liderazgo, el egoísmo, la acumulación de dinero, el ansia de poder, e incluso el racismo y la violencia.
- Los valores familiares determinarán, en gran medida, el buen criterio que tenga nuestro hijo para considerar estos otros valores como aceptables o despreciables, o para saber adaptarlos a su buen parecer de la mejor manera posible.
- Valores personales: Los valores personales son aquellos que el individuo considera imprescindibles y sobre los cuales construye su vida y sus relaciones con los demás. Acostumbran a ser una combinación de valores familiares y valores socioculturales, además de los que el propio individuo va aportándose a sí mismo según sus vivencias personales, su encuentro con otras personas o con otras culturas en las que, aun imperando una escala de valores diferente a la suya, el individuo encuentra actitudes y conductas que considera valiosas y las incorpora a sus valores más preciados.
- Valores espirituales: Para muchas personas la religión es un valor de vital importancia y trascendencia así como su práctica. De la misma manera, la espiritualidad o la vivencia íntima y privada de algún tipo de creencia es un valor fundamental para la coherencia de la vida de mucha gente. Los valores espirituales pueden ser sociales, familiares o personales y no tienen que ver con el tipo de religión sino con el sentimiento que alimenta esa creencia.
- Valores materiales: Los valores materiales son aquellos que nos permiten nuestra subsistencia y son importantes en la medida en que son necesarios. En la actualidad, vivimos un alza a nivel social, de los valores materiales: el dinero, los coches, las viviendas y lo que a todo esto se asocia como el prestigio, la buena posición económica, etc.
- Valores éticos y morales: Son aquellos que se consideran indispensables para la correcta convivencia de los individuos en sociedad. La educación en estos valores depende, en gran parte, de que se contemplen en aquellos valores que la familia considera primordiales, es decir, que entre los valores familiares que se transmitan a los hijos estén estos valores ético-morales imprescindibles:
- Respeto: tiene que ver con aceptar al prójimo tal como es, con sus virtudes y defectos, reconociendo sus derechos y necesidades. Decir las cosas educadamente, sin herir, violentar o insultar a nadie, son muestras de respeto. La educación en el respeto empieza cuando nos dirigimos a nuestros hijos correctamente, de la misma manera que esperamos que ellos se dirijan a los demás.
- Sinceridad: la sinceridad es el pilar en el que se sustenta la confianza. Para que nuestros hijos no mientan, no debemos abusar de los castigos: los niños mienten por miedo al castigo.
- Renuncia a la violencia: que nuestros hijos no sean violentos depende mucho de que sus padres no griten, peguen o les falten al respeto.
- Disposición a ayudar: conseguir que los niños ayuden a los adultos y a sus iguales se consigue fácilmente: sólo debemos aceptar desde el principio sus ganas de ayudar, encomendarles pequeñas tareas y adaptarlas siempre a su edad y sus posibilidades.
- Cortesía: tiene que ver con el respeto, la consideración y los modales. No tiene que ver con no poder hacer algunas cosas porque no es de buena educación, sino en hacerlas diciendo “por favor”, “gracias” y “¿puedo?”
- Consideración: tiene que ver con saber renunciar a los propios intereses en beneficio de los de los demás. Si los niños ven que sus necesidades se toman en serio, les será más fácil respetar las de las otras personas.
- Tolerancia: tiene que ver con la aceptación y el respeto hacia la gente que es diferente, a lo que nos resulta extraño, desconocido o poco habitual.
- Responsabilidad: tiene que ver con la confianza que tenemos en que nuestros hijos sabrán asumir algunas tareas y las cumplirán. Tiene que ver con la conciencia de que los actos o el incumplimiento de los mismos tiene consecuencias para otras personas o para nuestro propio hijo.
La
responsabilidad que tenemos los padres en la transmisión de estos valores a
nuestros hijos es crucial. Los valores no se transmiten vía genética, por
eso es tan importante tenerlos en cuenta en la educación. Pero debemos
saber que los valores no se enseñan independientemente del resto de cosas, ni a
través de grandes explicaciones o dando una lista con aquello que consideramos
correcto y lo que no, esperando que nuestros hijos la memoricen. Los
valores se transmiten a través del ejemplo práctico, a través de la
cotidianidad, de nuestro comportamiento en el día a día, en aquello que los hijos
observar hacer a sus padres.
imagen de Solohijos.com |
Cuando nacen, nuestros hijos no
son ni buenos ni malos, desconocen las normas que rigen su familia o su sociedad.
Su conciencia ética se va desarrollando con el paso de los años. Pero
necesitan nuestra ayuda ya que no llevan ningún chip incorporado que les diga
si sus actos son correctos o incorrectos, lo que está bien o lo que está mal.
Por eso es tan importante enseñar los valores cívicos que les permitan
desarrollarse y convivir en una sociedad plural.
Todos los
padres deseamos que nuestros hijos se comporten de forma educada,
pero sin que se conviertan en niños
temerosos o conformistas, ni transformándonos nosotros en padres exigentes
y quisquillosos. Hay algunos valores fundamentales que todas las personas
debemos asumir para poder convivir unos con otros y que son importantes tener
siempre presentes y cumplir sin perjudicar a nadie.
Durante los primeros años nuestros hijos aprenden
tanteando el terreno y probando cosas. A
través de pequeños actos, nuestro hijo va percibiendo lo qué está bien y lo qué
no debe hacer los niños tienden a mirar
a los adultos y ver en ellos el claro ejemplo de lo correcto: por eso
intentan ser como ellos y comportarse como ellos. De esta manera aprenderán
mucho sobre valores.
La
adquisición de buenos valores depende, como casi todo en la vida de nuestro
hijo, de sentirse querido y seguro, de desarrollar lazos estables con sus
padres y de tener confianza en sí mismo.
Sólo
sobre una base de amor y seguridad podrá aprender e interiorizar los valores
éticos correctos.
Lo más
importante: el ejemplo que dan los
padres en su forma de relacionarse con los demás, de pedir las cosas, de ceder
el asiento, de repartir lo que les gusta, de renunciar a algo, de defender a
alguien, etc. Un comportamiento de los padres que transmite tolerancia,
respeto, solidaridad, confianza y sinceridad empapa a los hijos de todos estos
valores y aprenden a actuar respetándolos siempre.
Referencias:
compilación, de Solohijos, http://elvalordelosvalores.com/definicion-de-los-valores/
p. avilés
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