Mantener sagrado
Élder D. Todd Christofferson / La percepción de lo sagrado
" Todas las cosas sagradas y santas han de ser reveladas y reunidas en
ésta la última y más maravillosa dispensación. Con la restauración del
Evangelio, de la Iglesia y del sacerdocio de Jesucristo, tenemos en
nuestras manos una reserva casi incomprensible de cosas sagradas. No
podemos ser negligentes ni permitir que se nos escapen de las manos".
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" Mantener sagrado "....aquello que hemos recibido de lo alto
Por el élder Paul B. Pieper - Liahona Abril 2012 Conferencia general
Las cosas sagradas se deben tratar con más cuidado, con más respeto, y se deben considerar con profunda reverencia.
Unos 1.500 años
antes de Cristo, se llevó a un pastor a una zarza ardiente en las
laderas del monte Horeb. Ese encuentro divino inició la transformación
de Moisés de ser un pastor a ser un profeta, y de su trabajo de pastoreo
de ovejas al recogimiento de Israel. Mil trescientos años más tarde, el
testimonio de un profeta condenado cautivó a un privilegiado joven
sacerdote de la corte del rey. Ese encuentro dio inicio a la evolución
de Alma de ser un siervo común a ser un siervo de Dios. Casi 2000 años
después, un joven de 14 años entró al bosque en búsqueda de una
respuesta a una pregunta sincera. El encuentro de José Smith en la
arboleda lo puso en el camino para llegar a ser un profeta y hacia una
restauración.
Los encuentros con lo
divino cambiaron completamente las vidas de Moisés, Alma y de José
Smith. Estas experiencias los fortalecieron para permanecer fieles al
Señor y a Su obra durante toda la vida a pesar de la abrumadora
oposición y de los posteriores desafíos difíciles.
Nuestras
experiencias con lo divino puede que no sean tan directas o dramáticas,
ni nuestros desafíos tan desalentadores. Sin embargo, al igual que con
los profetas, nuestra fortaleza para perseverar fielmente depende de que
reconozcamos, recordemos y mantengamos sagrado aquello que recibimos de
lo alto.
Hoy en día, la autoridad,
las llaves y las ordenanzas han sido restauradas sobre la tierra. Hay
también Escrituras y testigos especiales. Aquellos que buscan a Dios
pueden recibir el bautismo para la remisión de los pecados y la
confirmación “por la imposición de manos… para que reciban el bautismo
de fuego y del Espíritu Santo” (D. y C. 20:41).
Con estos preciados dones restaurados, nuestros encuentros divinos
mayormente incluirán al tercer miembro de la Trinidad, el Espíritu
Santo.
Con voz apacible el Espíritu me habla,
Me guía, me salva.
(“Con voz apacible”, (Liahona, abril de 2006, pág. A13)
Deja que el Espíritu
te enseñe la verdad,
testifique de Jesús
y te guíe en santidad.
(“Deja que el Espíritu te enseñe”, Himnos, Nº 77)
A medida que buscamos
respuestas de Dios, sentimos la voz suave y apacible susurrar a nuestros
espíritus. Estos sentimientos, estas impresiones, son tan naturales y
tan sutiles que podemos pasarlos por alto o atribuirlos a la razón o la
intuición. Estos mensajes personales testifican del amor personal de
Dios y de Su preocupación por cada uno de Sus hijos y de las misiones
terrenales de ellos. El reflexionar y registrar a diario las impresiones
que vienen del Espíritu sirven el doble propósito de (1) ayudarnos a
reconocer nuestros encuentros personales con lo divino y (2)
preservarlos para nosotros y para nuestra posteridad. Registrarlos es
también una aceptación y un reconocimiento formal de nuestra gratitud a
Dios, porque “en nada ofende el hombre a Dios, ni contra ninguno está
encendida su ira, sino contra aquellos que no confiesan su mano en todas
las cosas” (D. y C. 59:21).
En cuanto a lo que recibimos a través del Espíritu, el Señor dijo: “Recordad que lo que viene de arriba es sagrado” (D. y C. 63:64).
Su declaración es más que un recordatorio, también es una definición y
una explicación. La luz y el conocimiento del cielo son sagrados, y lo
son porque el cielo es su fuente.
Sagrado
significa digno de veneración y respeto. Al designar algo como sagrado,
el Señor indica que es de mayor valor y prioridad que otras cosas. Las
cosas sagradas se deben tratar con más cuidado, con más respeto, y se
deben considerar con profunda reverencia. Lo sagrado se cataloga en lo
alto de la jerarquía de los valores celestiales.
Lo
que es sagrado para Dios se vuelve sagrado para nosotros sólo a través
del uso del albedrío. Cada uno debe elegir aceptar y mantener sagrado
aquello que Dios ha definido como sagrado. Él envía luz y conocimiento
desde el cielo; nos invita a recibirlos y tratarlos como algo sagrado.
Sin embargo, “es preciso que haya una oposición en todas las cosas” (2 Nefi 2:11).
Lo opuesto de sagrado es lo profano o seglar, lo que es temporal o
mundano. Lo mundano compite constantemente con lo sagrado por nuestra
atención y prioridades. El conocimiento de lo terrenal es esencial para
nuestra vida temporal y cotidiana. El Señor nos manda que busquemos
conocimiento y sabiduría, estudiemos y aprendamos de los mejores libros y
nos familiaricemos con los idiomas, lenguas y pueblos (véase D. y C. 88:118; 90:15).
Por lo tanto, la opción para poner lo sagrado sobre lo seglar es una
opción de relativa prioridad y no de exclusividad; “bueno es ser
instruido, si [hacemos] caso de los consejos de Dios” (2 Nefi 9:29; cursiva agregada).
La
lucha por la prioridad entre lo sagrado y lo seglar en cada corazón
humano se puede ilustrar mediante la experiencia de Moisés en la zarza
ardiente. Allí, Moisés recibió de Jehová su llamamiento sagrado para
librar a los hijos de Israel del cautiverio. Sin embargo, en un
principio, su conocimiento terrenal del poder de Egipto y del faraón lo
hicieron dudar. Finalmente, Moisés ejerció fe en la palabra del Señor,
sometiendo su conocimiento terrenal y confiando en lo sagrado. Esa
confianza le proporcionó el poder de superar las pruebas temporales y
guiar a Israel fuera de Egipto.
Después
de escaparse de los ejércitos de Noé sólo para llegar a ser esclavo en
las manos de Amulón, Alma podría haber dudado del testimonio espiritual
que había recibido cuando escuchó a Abinadí. No obstante, confió en lo
sagrado y se le dio la fortaleza para soportar y escapar de sus pruebas
temporales.
José Smith se enfrentó a
un dilema parecido al comienzo de la traducción del Libro de Mormón. El
sabía de la naturaleza sagrada de las planchas y de la traducción. Sin
embargo, Martin Harris lo convenció para que diera prioridad a los
asuntos mundanos de la amistad y las finanzas, en contra de las
instrucciones sagradas. Como resultado, la traducción del manuscrito se
perdió. El Señor castigó a José por entregar “aquello que [es] sagrado, a
la maldad” (D. y C. 10:9)
y por un tiempo lo privó de las planchas y del don de traducir. Cuando
las prioridades de José fueron debidamente restablecidas, las cosas
sagradas se le restauraron y la obra continuó.
El
Libro de Mormón ofrece otros ejemplos de la lucha por dar prioridad a
lo sagrado. Habla acerca de creyentes cuya fe los llevó hasta el árbol
de la vida para participar de su fruto sagrado, el amor de Dios. Luego,
la burla de aquellos en el edificio grande y espacioso hizo que los
creyentes cambiaran su enfoque de lo sagrado a lo mundano (véase 1 Nefi 8:11, 24–28).
Poco después, los Nefitas escogieron el orgullo y negaron el espíritu
de profecía y revelación, “burlándose de lo que era sagrado” (Helamán 4:12).
Incluso, algunos de los testigos oculares de las señales y los milagros
relacionados con el nacimiento del Señor decidieron rechazar sagradas
manifestaciones del cielo y aceptar las explicaciones seglares (véase 3 Nefi 2:1–3).
Hoy
la lucha continúa. Las voces terrenales crecen en volumen y en
intensidad. Esas voces constantemente instan a los creyentes a abandonar
las creencias que el mundo considera irracionales y tontas. Porque
“vemos por espejo, oscuramente” (1 Corintios 13:12) y “no [sabemos] el significado de todas las cosas” (1 Nefi 11:17), a veces, tal vez nos sintamos vulnerables y en necesidad de mayor confirmación espiritual. El Señor le dijo a Oliver Cowdery:
“Si
deseas más testimonio, piensa en la noche en que me imploraste en tu
corazón, a fin de saber tocante a la verdad de estas cosas.
“¿No hablé paz a tu mente en cuanto al asunto? ¿Qué mayor testimonio puedes tener que de Dios?” (D. y C. 6:22–23).
El
Señor le recordó a Oliver, y a nosotros, que confiáramos en los
sagrados testimonios personales que recibimos cuando nuestra fe es
puesta a prueba. Al igual que antes para Moisés, Alma y José, estos
divinos encuentros sirven de anclas espirituales para mantenernos
seguros y en el curso de las pruebas de la vida.
Lo
sagrado no puede ser abandonado selectivamente. Aquellos que deciden
abandonar aún una sola cosa sagrada, tendrán sus mentes ofuscadas (véase
D. y C. 84:54), y a menos que se arrepientan, se les quitará la luz que tienen (véase D. y C. 1:33).
Sin el ancla de lo sagrado se encontrarán moralmente a la deriva en el
mar de lo seglar. Por el contrario, aquellos que consideran las cosas
sagradas como sagradas, reciben promesas: “Lo que es de Dios es luz; y
el que recibe luz y persevera en Dios, recibe más luz, y esa luz se hace
más y más resplandeciente hasta el día perfecto” (D. y C. 50:24).
Que
el Señor nos bendiga para siempre reconocer, recordar y mantener
sagrado aquello que hemos recibido de lo alto. Testifico que a medida
que lo hagamos, tendremos el poder para soportar las pruebas y superar
los desafíos de nuestros días. En el nombre de Jesucristo. Amén.
Fuente : Liahona Abril 2012
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