El contexto histórico del Nuevo Testamento
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Managua, Nicaragua
30 de junio 2017 - Pedro Avilés Z - Norelly Learning
En el siguiente trabajo compartido por el Profesor Thomas A. Wyment, nos deja claro acerca de como se ha preservado la enseñanza de Jesucristo en nuevo contexto para nuestro tiempo: quizás está demás decir, a quienes les debemos la compilación y narraciones de los anexos del libro de las buenas nuevas.
El contexto histórico del Nuevo Testamento
30 de junio 2017 - Pedro Avilés Z - Norelly Learning
En el siguiente trabajo compartido por el Profesor Thomas A. Wyment, nos deja claro acerca de como se ha preservado la enseñanza de Jesucristo en nuevo contexto para nuestro tiempo: quizás está demás decir, a quienes les debemos la compilación y narraciones de los anexos del libro de las buenas nuevas.
- ¿Qué es el Nuevo Testamento?
- ¿Cómo llegó el Nuevo Testamento hasta nosotros?
- ¿Quién escribió el Nuevo Testamento?
- ¿Para quién se escribió el Nuevo Testamento?
- Un testimonio para la actualidad
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El contexto histórico del Nuevo Testamento
Thomas A. Wayment / Liahona enero 2011
Profesor adjunto de Escrituras Antiguas, Universidad Brigham Young
El entender los orígenes de este notable libro de Escrituras puede inspirar nuestro estudio.
Cada tomo de las
Sagradas Escrituras tiene su propia y singular historia y da testimonio
del Evangelio de salvación en su propia e inconfundible manera. El Nuevo
Testamento tiene la distinción de ser el volumen de Escrituras que
preserva las palabras de las personas que conocieron personalmente a
Jesús o que lo siguieron poco después de Su resurrección, convirtiendo
el Nuevo Testamento en un valioso recurso que nos ayudará a acercarnos
al Salvador y obtener una breve visión de Su ministerio mortal. Un
entendimiento de la historia del Nuevo Testamento, cómo ha llegado hasta
nosotros y quiénes lo escribieron, puede aumentar nuestro aprecio por
este notable libro de Escrituras y, a su vez, darnos una gran fortaleza
espiritual al enfrentar, como los primeros seguidores de Jesucristo,
nuestras propias pruebas.
¿Qué es el Nuevo Testamento?
En los años poco
después de la muerte de Jesús, el término “Nuevo Testamento” no se
habría referido a una colección de libros acerca de la vida y la muerte
del Señor, sino más concretamente a algo que Él dijo a Sus discípulos la
noche de la Última Cena: “…porque esto es mi sangre del nuevo convenio, que por muchos es derramada para remisión de los pecados (Mateo 26:28;
cursiva agregada). Las palabras griegas traducidas como “nuevo
testamento” en realidad se refieren a un convenio, el “nuevo convenio”
que el Salvador nos extiende por medio de la Expiación. Los escritos
registrados en la Biblia y conocidos como el Nuevo Testamento describen,
documentan y enseñan acerca del nuevo convenio entre el Señor y Su
pueblo.
Los escritos
preservados en el Nuevo Testamento se centran en diferentes aspectos del
ministerio del Salvador. El Nuevo Testamento comienza con los
Evangelios, término que significa “buenas nuevas”, refiriéndose a la
vida, al ministerio y al divino papel de Jesucristo. El Nuevo Testamento
también contiene una historia de los primeros esfuerzos misionales de
la Iglesia (el libro de Hechos); cartas de los primeros líderes, como
Pedro y Pablo, que amonestan a los primeros cristianos (a quienes
también se les llamaba Santos) a que permanecieran fieles a la fe; un
testimonio (Hebreos); y un final (Apocalipsis) que promete el regreso
del Señor en los últimos días. Cada uno de los escritores tiene una
perspectiva diferente que ofrecer, y cada uno escribió con una audiencia
específica en mente, en lugar de intentar rellenar brechas percibidas
en el registro histórico. En la mitad del siglo IV d.C., los 27 libros que registran el nuevo convenio del Señor fueron agrupados y ordenados tal como aparecen en la actualidad.
¿Cómo llegó el Nuevo Testamento hasta nosotros?
Del grupo mayor
de discípulos, Jesús llamó a doce hombres como Apóstoles. Aquellos
hombres Lo siguieron a lo largo de Su ministerio, sufrieron con Él y
también disfrutaron triunfos y experiencias llenas del Espíritu. Después
de que Jesús murió, los Apóstoles, junto con otros fieles seguidores,
empezaron a registrar sus experiencias. Hubo dos eventos que pudieron
haber provocado su deseo de preservar sus registros acerca de la vida de
Jesús: primero, Jerusalén y el templo cayeron bajo el dominio del
ejército romano en el año 70 d.C. En segundo lugar, las fuerzas de la apostasía estaban ya en marcha (véase Hechos 20:29–30).
Por tanto, muchos de los escritos del Nuevo Testamento se registraron
para ayudar a los fieles a ver su camino en medio de la calamidad y la
controversia de sus días.
Contemplando sus
experiencias en retrospectiva, podemos aprender cómo se enfrentaron a
tiempos turbulentos y cómo las buenas nuevas del Evangelio llegaron a
ser un poder estabilizador en la lucha contra las fuerzas de la
apostasía.
Hacia finales del
primer siglo, todos los escritos preservados actualmente en el Nuevo
Testamento fueron completados y circulaban ampliamente entre las ramas
de la Iglesia. Los escribas hicieron copias de los textos en papiros y
más tarde en pergaminos, pero había relativamente pocas copias
disponibles. Los miembros de la Iglesia reunieron los libros que estaban
a su disposición, y leyeron y estudiaron las palabras del Señor y de
los Apóstoles. Un notable impedimento para la distribución de las
Escrituras fue la persecución de los cristianos por parte del emperador
romano Diocleciano en el año 303 d.C. Él
ordenó que se quemaran las Escrituras cristianas y obligó a los
cristianos a ofrecer sacrificios a los dioses paganos. Muchas personas
fieles escondieron los sagrados textos durante aquellos años de
persecución. Posteriormente, cuando el primer emperador cristiano,
Constantino, ordenó que se hicieran nuevas copias de las Escrituras, sus
eruditos lograron recuperar libros que se habían utilizado en las ramas
antes del edicto de Diocleciano. Nuestras ediciones modernas del Nuevo
Testamento trazan sus orígenes a las copias de la Biblia que se hicieron
en los días de Constantino y, por tanto, a esas personas que
sacrificaron su seguridad para preservar el nuevo convenio del Señor.
No mucho después
de que Constantino hubo mandado que se volviera a copiar y circular el
Nuevo Testamento, se llegaron a organizar en su presente orden los
libros que componen nuestra Biblia actual. Este orden sigue el modelo
establecido por el Antiguo Testamento. El Nuevo Testamento contiene la
Ley (Los Evangelios), la historia del Cristianismo (Hechos) y los
profetas (de Romanos a Apocalipsis). Tanto el Antiguo como el Nuevo
Testamento terminan con la promesa del regreso del Señor (Malaquías y
Apocalipsis). La colocación de estas palabras proféticas también hace
hincapié en una esperanza de salvación y de futura revelación.
¿Quién escribió el Nuevo Testamento?
Cada autor del
Nuevo Testamento escribió con una clara perspectiva sobre la misión
salvadora de Jesucristo. Dos de los Evangelios fueron escritos por
apóstoles: Mateo y Juan. Esos testigos apostólicos proporcionan un
testimonio presencial de la vida de Jesús. Dos seguidores posteriores
del Señor escribieron también Evangelios: Marcos y Lucas, quienes
testificaron sobre lo que habían sentido y oído. Estos dos hombres
fueron en un tiempo compañeros de Pablo (véase Hechos 12:25; 2 Timoteo 4:11)
y reflejan en parte los intereses del creciente número de Santos que
vivían fuera de Judea y quienes nunca habían conocido al Señor en Su
vida; en cambio, sus relatos brindan un vívido testimonio de Aquél en
quien creían.
Las cartas de
Pablo son probablemente los primeros escritos en el Nuevo Testamento,
aunque no todos fueron escritos al mismo tiempo. Su testimonio nació de
las experiencias como misionero, de varias poderosas visiones (véase Hechos 9:1–6; 2 Corintios 12:1–7) y mediante el contacto personal con Pedro y otras personas (véase Gálatas 1:18–19).
Él escribió, en gran parte, para solventar las disputas dentro de las
ramas, pero en otros ocasiones escribió a sus amigos personales (Timoteo
y Tito). En una carta Pablo pide que un dueño de esclavos acepte de
vuelta a un esclavo que se escapó, al que Pablo conoció mientras ellos
estaban en prisión (Filemón). Tradicionalmente, el libro de Hebreos se
atribuye a Pablo, aunque no esté presente la introducción normal donde
se identifica a sí mismo como el autor. No obstante, el libro testifica
de cómo podemos venir valientemente al Señor por medio de la fe.
Incluido en el Nuevo Testamento después de las cartas de Pablo, Hebreos
es un tratado de cómo tener fe ante la adversidad.
La corta Epístola
de Santiago también se escribió a muy temprana edad y contiene
referencias a las enseñanzas de Jesús en el Sermón del Monte, que fueron
transmitidas oral y separadamente del Evangelio escrito por Mateo
(véase Santiago 1:13; 4:12; 5:12).
Santiago, el hermano menor del Señor, es el probable autor de esta
epístola. Él tuvo el privilegio de conocer y ver al Salvador resucitado
(véase 1 Corintios 15:7) y desempeñó un importante papel en muchos eventos de la historia de la Iglesia (véase Hechos 15:13–29).
El Nuevo
Testamento también contiene dos epístolas del apóstol Pedro y tres del
apóstol Juan. Ambos exhortaron a los cristianos a ser fieles; Pedro en
particular mostró preocupación por la fidelidad durante tiempos de
pruebas.
Judas es uno de
los últimos libros escritos en el Nuevo testamento. Al igual que
Santiago, este libro fue también escrito probablemente por uno de los
hermanos del Señor (“Judas” en Marcos 6:3). Judas escribió a fin de tratar de sofocar la creciente apostasía en las ramas.
Finalmente, el
Nuevo Testamento termina con la revelación al apóstol Juan, quien
registró una visión del regreso del Señor en gloria para dar inicio a Su
reinado milenario. Esa visión describe con vívido detalle la lucha
entre el bien y el mal. La mayoría de los capítulos tienen que ver con
acontecimientos que para Juan estaban en el futuro, incluyendo eventos
en los últimos días, nuestros días.
¿Para quién se escribió el Nuevo Testamento?
Debido a que el
Nuevo Testamento es propiamente un nuevo convenio entre el Señor y
aquellos que tienen fe en Él, los libros están dirigidos a todos los que
procuran conocerlo a Él, ya sea en esta dispensación o en
dispensaciones anteriores. Originalmente, los autores del Nuevo
Testamento escribieron textos para que se usaran inmediatamente en las
ramas de la Iglesia en sus días, con el entendimiento de que ellos
estaban registrando los acontecimientos más importantes en la historia
de la humanidad. Juan, por ejemplo, consideró sus escritos como un
testimonio: “Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es
el Cristo, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su
nombre” (Juan 20:31). Otros, como Lucas, escribieron con la intención de documentar la historia:
- “Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas,
- “tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos y fueron ministros de la palabra,
- “me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde el principio, escribírtelas en orden” (Lucas 1:1–3).
Los primeros
cristianos eran diversos, proviniendo unos de familias judías, otros
habían sido criados en hogares gentiles, mientras que otros
probablemente tenían muy poca religión formal en sus vidas antes de ser
bautizados. Ellos fueron, en efecto, un espejo de la diversidad del
grupo de santos de hoy. Por tanto, sus luchas pueden revelarnos
lecciones poderosas de cómo vencer la debilidad y permanecer fieles a
pesar de las pruebas y las tentaciones. También nos muestran cómo
luchaban las ramas cuando eran muy pequeñas y cómo había seguridad en
las palabras de los apóstoles y profetas.
Un testimonio para la actualidad
El Nuevo
Testamento revela que durante tiempos inciertos, cuando algunos no
querían escuchar el llamado del Evangelio, había seguridad para aquellos
que “perseveraban en la doctrina de los apóstoles, y en la hermandad, y
en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hechos 2:42). Otros ejemplos nos enseñan cómo son probados incluso los justos (véase 1 Corintios 10:13)
y cómo el corazón del mensaje del Evangelio es tan simple hoy como lo
fue hace dos mil años:
- “La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es ésta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo” (Santiago 1:27). Al igual que Doctrina y Convenios, donde el profeta José Smith dio el testimonio de “¡Que vive!” (D. y C. 76:22), el Nuevo Testamento da un testimonio similar de que la tumba estaba vacía la mañana de Pascua: “No está aquí, porque ha resucitado” (Mateo 28:6).
Fuente : Liahona Enero 2017 -Thomas A. Wayment Profesor adjunto de Escrituras Antiguas, Universidad Brigham Young
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